Berlusconi vence en Italia

Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de mayo de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.

Aunque España estaba pendiente de las elecciones vascas, Italia celebró el domingo 13 de mayo elecciones políticas generales y elecciones locales parciales. El cambio ha sido radical, pero no ha sorprendido a casi nadie porque las encuestas lo anunciaban desde hacía años, aunque PRISA y TVE se obstinaban en negarlo.

El escrutinio final sanciona la victoria rotunda del centro-derecha, la «Casa de las Libertades», y sobre todo el triunfo personal de su candidato a primer ministro, Silvio Berlusconi. La coalición que dirige, formada básicamente por Forza Italia (partido creado por el empresario, y hoy miembro del Partido Popular Europeo), Alleanza Nazionale (partido populista, postfascista, dirigido por Gianfranco Fini) y la Lega Nord (el partido federalista de Umberto Bossi), ha obtenido el 52 % de los votos populares. Para la derecha italiana, esto significa una holgada mayoría absoluta en la Cámara Baja (368 diputados sobre 632) y en el Senado (177 sobre 315) y la posibilidad de formar un gobierno estable, el primero que tendrá el país hermano desde 1945.

La izquierda, tras una campaña electoral muy dura, después de gobernar políticamente desde 1995 y de controlar casi todo el poder cultural durante décadas, ha sido derrotada. La coalición del «Ulivo» (postcomunistas del PDS, izquierdistas de la llamada «Margherita»- subcoalición rojiverde de cuatro partidos menores – , y varios grupos democristianos y comunistas) queda muy por debajo de sus expectativas, con sólo 250 diputados y unos 130 senadores.

En Italia no hay terceras fuerzas ni distorsión regional: el sistema mayoritario a turno único ha obligado a todos a elegir, y así la izquierda ha contado con el apoyo externo y acuerdos concretos con las minorías separatistas francófona, germanófona y eslovena, los comunistas radicales y varias candidaturas «verdes » y cciquiles. La derecha, por su parte, ha buscado la ayuda circunstancial del nuevo Partido Socialista, de los democristianos de derecha y de los fascistas del nuevo Movimiento Social de Pino Rauti.

El complejo sistema electoral italiano permite conocer tanto los resultados globales de los dos grandes bloques como el peso de cada partido. Forza Italia es el primer partido, arrastrado por el encanto de Berlusconi, y alcanza el 30% de los votos. Alleanza Nazionale, lógicamente, desciende algo respecto a 1996, quedándose en el 12%, por el trasvase de votos dentro de la coalición. Y la Liga de Umberto Bossi no llega al 4%, lo que sitúa el movimiento federalista en el campo de los partidos menores. Entre las izquierdas, el viejo Partido Comunista, PDS, pierde votos en favor de todos sus socios, lo que unido a la derrota será una dificultad añadida a la cohesión política de ese espacio político. Las fuerzas menores sobreviven sólo marginalmente, y en buena medida lo hacen gracias a la interesada benevolencia de la grandes coaliciones.

Italia se enfrenta a nuevos retos. Berlusconi, con su doctrina liberal, su recuperado patriotismo y su contradictorio americanismo mundialista, ha suscrito un compromiso abierto de gobierno. Si los vencedores cumplen su programa, y si el nuevo gobernante sabe mantener la honradez, a diferencia de todos sus predecesores, Italia puede volver a ser una potencia con peso específico. La coalición de gobierno, aunque contiene elementos preocupantes, también tiene mucho de lo mejor que puede encontrarse en la política europea de 2001.

Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de mayo de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.