UPN: Navarra en el punto de mira

Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de julio de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.

Eta ha vuelto a matar. Los asesinos han elegido sus víctimas, el momento y los lugares para nada casuales. Ha muerto Mikel Uribe, un alto mando de la Ertzaintza, un nacionalista militante que había cometido el error de creer lo que muchos nacionalistas no creen, es decir, que la policía autónoma de vez en cuando tiene que hacer algo contra el terrorismo. Pero sobre todo ha muerto José Javier Múgica Astibia, un concejal popular de Leiza, en el corazón de la Montaña navarra, precisamente en el último día de las fiestas de San Fermín, y precisamente el día en que Juan José Ibarreche juraba su cargo como presidente de la Comunidad Autónoma vecina.

El crimen es un aviso con muchos significados. En primer lugar, se ataca directamente al partido mayoritario de Navarra, el único partido que desde su fundación no ha tenido dudas sobre la españolidad de esta tierra, y por eso mismo el único garante indiscutible de la identidad navarra. Por otro lado, Leiza es la cuna de Patxi Zabaleta, el líder batasuno ahora disidente en Aralar; Eta gobierna el Ayuntamiento de Leiza, pero el nacionalismo asiste impotente, en los últimos años a una consolidación de la resistencia patriótica en las comarcas vascófonas de la Comunidad Foral. Hace poco más de un mes que el presidente Miguel Sanz y el vicepresidente Rafael Gurrea inauguraron la sede de Unión del Pueblo Navarro, precisamente en Leiza. Por último, el nacionalismo vasco, ciego en su imperialismo antinavarro, inquieto por la marea españolista que sigue subiendo, ha decidido mantener en esta nueva legislatura casi el mismo gobierno que en la anterior mereció en apoyo etarra.

Todos los aludidos, afectados de un modo u otro por el crimen, tienen que responder, y sería bueno que por una vez no lo hiciesen con el lastimero coro de monótonas, vagas y silenciosas «condenas». Tiene que responder el letrado Zabaleta, si de verdad alguien alrededor de Eta cree que Eta debe desaparecer. Tiene que responder la feligresía de Arzallus, salvo que abiertamente se apunten todos al carro de Otegui y Permach. Tiene que responder toda la clase política, y no sólo el partido directamente afectado. Tienen que responder los poderes del Estado, arbitrando las medidas oportunas para que el nacionalismo deje de matar, y para que las generaciones más jóvenes dejen de recibir el veneno educativo y cultural destilado con fondos públicos en las varias Eusko Ikaskuntzas, Auñamendis, Txalapartas y Sabin Etxeas. Cualquier matiz, distingo o sutileza, venga de donde venga, está ahora de más, y equivale a colaborar con Eta. Por cierto, colaborar con Eta sigue siendo delito.

Tiene razón Miguel Sanz, al decir que el concejal asesinado ha muerto por Navarra. Tiene razón Jaime Ignacio del Burgo, al recordar sin miedo que era un patriota español. Más aún: Múgica es un trabajador euskaldún y navarro muerto por España y por la libertad, muerto por la única patria posible de todos los navarros y de todos los vascos. Para que su sacrificio no sea estéril, para que no se repita hasta el infinito, nadie tiene derecho a callar, nadie tiene derecho a no actuar. Cuando se derrama sangre en defensa de la verdad y de la justicia ha pasado la hora de excusarse, o de ampararse sólo en formulismos jurídicos: los hombres y las mujeres de UPN saben que España y Navarra se defienden también en la calle.

Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de julio de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.