Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de julio de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.
Las ocho mayores economías industrializadas han terminado su reunión anual en Génova. Los temas debatidos en la ciudad italiana afectan al proceso de globalización de la economía y a los equilibrios de poder en un mundo de fronteras cada vez más difusas. Ha sido inevitable, además, que la cumbre quedase ensombrecida por las protestas de los grupos llamados «antiglobalización», muy variados en sus intenciones y en sus planteamientos. Por último, la reunión del G8 ha tenido gran importancia para la política interior italiana y europea.
Las grandes potencias económicas han expresado sus buenas intenciones para la reactivación económica de Europa, América y Asia, y han identificado el crecimiento con la liberalización de los mercados. Argentina y Turquía han obtenido un apoyo poca más que verbal de los grandes. Y se han obviado otros grandes problemas derivados de la globalización, como el medio ambiente (el protocolo de Kioto no se ha ratificado), la seguridad alimentaria y el deterioro general de las condiciones de vida. De cara a la galería, George Bush y Vladimir Putin se han comprometido a negociar en materia de armamentos, y los países más pobres han obtenido una condonación parcial de la deuda.
Cientos de miles de manifestantes, congregados en la misma ciudad, pensaban en otras cosas. Variopintos grupos marxistas, anarquistas, «neocristianos», nacionalistas o separatistas, tribus urbanas y extremistas de muy diversa calaña han tratado de impedir la reunión, por las buenas o por las malas, para dar a conocer sus propias reivindicaciones. Por malo que sea el proceso mundialista de globalización, estos sus fétidos enemigos -que desean más bien otra globalización, sovietizante, sin defender todo lo que el igualitarismo destruye- terminarán por hacerlo bueno.
Hay que lamentar un muerto y más de trescientos heridos graves. La izquierda italiana ha querido capitalizar la protesta para derribar el gobierno de centroderecha, y ha fracasado. Los hombres de Berlusconi han sido contundentes, como procedía, y el cadáver del estudiante Carlo Giuliani pende sobre todos los falsos opositores de una globalización que no se combate de verdad en insensatos alardes de delincuencia urbana.
Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de julio de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.