Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.
Como en los peores tiempos del bandidaje, un forajido se oculta en los montes de Navarra, perseguido por cientos de guardias civiles, y protegido sin duda por familias nacionalistas. Eta mata, y para hacerlo necesita disponer de infraestructura, de cajas de recluta, de centros de adoctrinamiento, de apoyos políticos y de cierta legitimidad social.
Eta mata, y Batasuna contribuye a cada una de esas muertes. Eta mata, y el PNV, que no quiere defender ni a sus propios ertzainas, legitima esos delitos. No sólo Batasuna debe ser incluida entre las organizaciones terroristas: cualquier persona u organización cuya existencia facilite las muertes de Eta es por definición ilegal.
El Gobierno de la nación va a conseguir que las organizaciones de apoyo a Eta sean incluidas entre los grupos perseguidos por la comunidad internacional. Está bien. Sería mejor que esos grupos, y su doctrina del terror y la mentira, no fuesen todavía legales en España. Sería incluso más deseable – y el pueblo español comparte masivamente la idea – que las instituciones autonómicas no fuesen empleadas para legitimar con la mentira los delitos.
El Gobierno vasco no ha querido aún llegar a un acuerdo respecto al concierto fiscal de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Técnicamente, el Ministerio de Hacienda ya ha concretado un borrador que perfecciona un sistema fiscal foral moderno y respetuoso con las tradiciones. Hasta tal punto esto es así que el superforalista Gobierno de Navarra no ha tenido ningún problema en renovar su acuerdo con Madrid, similar en muchos puntos. Para el Gobierno vasco, sin embargo, no basta. ¿El PNV quiere más tributos, más recursos, más competencias? No. Sencillamente quiere convertir la negociación del convenio fiscal en un pulso por la soberanía, exigiendo imposibles constitucionales como la representación exterior en el ámbito fiscal y la participación directa en la Unión Europea. El PNV no quiere un acuerdo, pues prefiere subir artificialmente la tensión nacionalista y presentarse como el verdadero representante del independentismo.
¿A qué se debe este nuevo impulso radical de las gentes de Arzallus? En caso de ser finalmente ilegalizada Batasuna, y con Batasuna todo su mundo, el PNV podría acceder, si se prepara a tiempo, a los votos que quedan en ETA. El PNV, con EA, podría así consolidar su exigua mayoría social en el País Vasco. Con la estancada negociación fiscal, y con la inoperancia de la Ertzaintza, y con los delirios culturales y educativos, el PNV hace méritos de pureza nacionalista. Lo hace, por supuesto, a costa de la autonomía histórica de cada una de las provincias forales, a costa del bienestar de los vascos, y en contra del interés general de España. Alguien podría acordarse de los mecanismos jurídicos que la Constitución da al Gobierno de la Nación para defender, en un caso así, los intereses del pueblo.
Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.