¿Calidad? ¡Por fin!

Por Pascual Tamburri Bariain, 3 de noviembre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.

Durante el siglo XX España ha disfrutado de muy distintas ordenaciones de la enseñanza secundaria. Al Bachillerato de 1917 sucedió el de 1934, y a éste el de 1938, sin discusión el más completo y exigente de los que han llegado a estar en vigor. Joaquín Ruiz Jiménez suavizó en 1953 el temible plan de estudios de Pedro Sáinz Rodríguez. Y en 1970 Villar Palasí introdujo, junto a la obligatoriedad de la escolarización hasta los 14 años, un Bachillerato abreviado y reducido que quedó en cuatro cursos (tres de B.U.P. y uno de C.O.U.). La reforma Villar abrió la Universidad a millones de españoles, no sin críticas por el deterioro formativo que suponía.

Esas críticas quedaron en nada ante la reforma educativa socialista. La LOGSE de 1990 hizo obligatoria la escolarización hasta los 16 años, lo que era lógico en el contexto europeo, e hizo que la Enseñanza Secundaria Obligatoria, hasta esa edad, fuese universal, común y homogénea para todos los ciudadanos. Lo que no era más que un arrebato ideológico izquierdista.

La LOGSE y sus creaciones, la E.S.O. entre los 12 y los 16 años,y el mínimo Bachillarato residual, no obligatorio (de los 16 a los 18), parte de un solo principio: la igualdad. Se trata de educar con unos mismos programas, unos mismos textos y unos mismos niveles de exigencia a todos los españoles. Como si éstos fuesen iguales por su capacidad y por su interés, por su vocación y por sus aptitudes. Como muy a menudo, la izquierda se ha equivocado, y tratanto igualmente a los desiguales ha creado las mayores injusticias.

Han sido maltratados, en especial, los alumnos con reales cualidades e intereses orientados a una formación superior, humanística o científico-experimental. La integración en las aulas de alumnos con todo tipo de defectos físicos y psíquicos ha creado el desorden. La desgana y el desánimo cunden, no sólo entre los menos capaces y los menos interesados, que sin duda preferirían ya a los 14 años una formación práctica, sino sobre todo entre los más capaces y los más interesados, a los que no se exige y no se atiende.

Nuestro país será dentro de dos décadas lo que resuelte del actual sistema educativo. Cualquiera que visite las aulas sin prejuicios progresistas saldrá espantado de la situación real. La calidad y el rigor no sólo son posibles y deseables: son imprescindibles por el futuro de España. La Ley del PP es un primer paso, bueno y correcto. Pero quedan en el sistema educativo aún muchas cosas por corregir. Los mismos socialistas lo saben y lo confiesan en la intimidad, y eligen cuando pueden Institutos rigurosos e incluso privados para sus hijos. Hacer huelga hoy, como docente o como alumno, es un acto contrario a los intereses de la nación.

Por Pascual Tamburri Bariain, 3 de noviembre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.