Medio millón de agricultores menos

Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de febrero de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.

Las explotaciones agrarias españolas pasan de 2’2 a 1’7 millones en sólo diez años.

Aumenta la dimensión de las explotaciones y su productividad, pero desciende la renta agraria real.

Los agricultores son cada vez menos y su media de edad más alta.

El Censo Agrario realizado en 1999 y publicado ahora muestra una radiografía precisa del sector primario español. Comparando sus cifras con las obtenidas diez años antes, en 1989, quedan a la luz los méritos y las carencias de esta parte de nuestra sociedad y de nuestro sistema productivo. Y de los gobernantes que han dirigido el país durante estos años.

Hay en España 1.790.162 explotaciones agrarias, que mantienen aproximadamente a 1.200.000 trabajadores. La diferencia se explica por la existencia de actividades agrarias secundarias, llevadas a cabo a tiempo parcial por trabajadores de otros sectores. El descenso respecto a 1989 es del 22%, tanto en el número de explotaciones como en el de personas empleadas. Desciende también la superficie agrícola total, que queda en unos 42 millones de hectáreas, pero permanece en cambio la superficie agrícola utilizada: 26 millones de hectáreas bastan para dar de comer a los españoles en el siglo XXI.

Por ramas productivas, el impacto de la Política Agraria Común europea es evidente. En 1989 aún no se aplicaban a España las normas europeas, ni se percibían las subvenciones de Bruselas. Llegadas éstas, los sectores tutelados o más estimulados ven aumentar la superficie y los capitales dedicados. Así, los cereales rebasan los 12 millones de hectáreas; el olivar desborda los 2’2 millones de hectáreas (con un aumento porcentual del 27%). Sin embargo, los cultivos no subvencionados, sometidos además como todo el sector al creciente flujo de las importaciones extraeuropeas debidas a la apertura mundial de mercados, disminuyen en superficie y en mano de obra: es el caso de los frutales y del viñedo, en franco retroceso cuantitativo por la imbatible competencia exterior.

Mención expresa merece la ganadería, donde las explotaciones familiares se han reducido en algunos casos a la mitad, pero que ve aumentar drásticamente el número de cabezas y la producción de cárnicos y lácteos. Significativamente, los aumentos en la ganadería oscilan entre el 20% del ovino y el 85% del porcino, pero los pastos permanentes han aumentado sólo un 10%: la carne y la leche se producen ahora en explotaciones industrializadas, basadas en piensos artificiales.

Los cultivos intensivos, regadíos modernos e invernaderos, son la estrella de la agricultura española. La renta generada se ha multiplicado, y en ellos trabajan muchos de los 400.000 asalariados fijos existentes. O incluso más: porque en este sector, como se ha visto en El Ejido, en Murcia y en tantos sitios, es difícil decir quién trabaja y por cuánto dinero.

España va bien ¿Va bien su agricultura? El trabajador del campo en 2002 tiene como media 55 años – sin contar los cientos de miles de teóricos jubilados-, y cultiva un 20% más de tierra que hace una década para obtener unos ingresos, sin subvenciones, inferiores en un 25%. Europa ha elevado, sí, la renta familiar de los agricultores, pero ha generado una agricultura de tipo industrial, envejecida e incapaz de sobrevivir a una posible desaparición de las ayudas. En este semestre hay que pensar en el problema, antes de que la ampliación hacia el Este cree el caos en la España interior.

Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de febrero de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.