Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de febrero de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
Los socialistas ceden al acoso totalitario
El PSE busca un centrismo imposible
El nacionalismo, unido, genera tensión social buscando la autodeterminación
Los ciudadanos que expresan su opinión no tienen libertad
Nadie ignora la situación que el PP, y hasta el momento el PSE, viven en el País Vasco y sus dificultades para concurrir en igualdad de condiciones a las elecciones. Los vascos disfrutan de una democracia limitada, en la que sólo las opciones políticas separatistas tienen plena libertad.
El gobierno vasco vive en constante enfrentamiento con el de Madrid. El presidente del Gobierno, José María Aznar, ha declarado que la única explicación que encuentra a que aún no se haya alcanzado un acuerdo sobre el Concierto vasco es que el nacionalismo, unido, busca «la confrontación» con el Gobierno, a fin de poder «reeditar el pacto de Estella» una vez haya logrado neutralizar a los socialistas vascos y que ETA declare una nueva tregua.
El Concierto vasco no se ha firmado porque los nacionalistas desean un clima de tensión, que favorece su propia unidad, que multiplica las dificultades de los socialistas y que puede servir de escenario para una tregua etarra.
Nadie más desorientado que los votantes socialistas. Como ha dicho incluso José María Aznar, resulta «asombroso» que Nicolás Redondo haya podido perder su carrera política y profesional y ser «amenazado» por algo «tan normal» como ir a La Moncloa. En el País Vasco no hay democracia, porque el nacionalismo no desea que exista. Con una opinión pública libre y una sociedad civil movilizada no sería concebible la hipótesis nacionalista de la autodeterminación.
Mientras tanto, por si faltasen pruebas de la falta de libertad en el País Vasco, la profesora Edurne Uriarte ha sido privada de su cátedra ante el acoso nacionalista. El rector de la Universidad del País Vasco, Manuel Montero, ha admitido que el miedo es una realidad en los campus vascos y que incluso él mismo lo siente. Montero reconoció que hubo una campaña de presión contra Edurne Uriarte por parte del etarra Francisco Letamendía y los sectores nacionalistas que le apoyan.
Los catedráticos que dieron su voto a favor de Edurne Uriarte para que ganara la Cátedra de Derecho Político en la Universidad del País Vasco han denunciado una campaña de desprestigio y acoso desde el nacionalismo radical «Hemos sido objeto de una persecución política», afirmó el profesor Fernando Reinares, reflejada en «Gara» y en la revista de Pepe Rei.
El rector Montero, como algunos socialistas vascos, como muchos bienpensantes que no conocen la realidad nacionalista o precisamente la conocen demasiado bien, quiere ponerse en un «centro» equidistante entre los patriotas españoles y los nacionalistas vascos.
No hay «centro», en ese sentido, en la política vasca y en la navarra. Fingir que existe, como hacen ahora los Jáuregui, los Montero y los Lizarbe, es condenar a los Redondo y los Uriarte dando la razón a los Arzallus y los Letamendía. Edurne Uriarte ha escrito sus impresiones sobre esto bajo el título «Limpieza étnica a plazos». Tenemos un Kósovo a la vuelta de la esquina.
Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de febrero de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.