Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de marzo de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
El próximo Congreso del PSE no va a decidir sólo el futuro de aquel partido. Por un lado, de sus resultados depende el futuro del socialismo español en su conjunto, y por consiguiente de toda la izquierda. Por otro, la actitud del PSE va a marcar a corto y medio plazo el ritmo de la «construcción nacional» separatista.
Circula en medios socialistas, en especial en el entorno que fue de Ernest Lluch y que encabeza ahora, al menos en Cataluña, Pasqual Maragall, la idea de que el PSOE, como federación de partidos socialistas «nacionales», puede representar una tercera vía entre el nacionalismo español del PP y los nacionalismos periféricos.
Nada más lejos de la realidad, al menos por lo que se refiere al País Vasco. Si en el congreso del PSE vencen los enemigos de Nicolás Redondo Terreros («a moro muerto, gran lanzada»), el socialismo vasco ratificará su alianza con el nacionalismo, y asumirá como propio, o al menos como inevitable, el escenario político del nacionalismo: negociación, tregua, autodeterminación.
De ese modo, el PSE dejaría de tener proyecto propio, para convertirse en sólo en sostén de las decisiones que otros tomarán. A cambio, a los socialistas se les dejaría una sustanciosa parte del pastel, en contratas y cargos públicos, tan añorados por algunos. En caso de mayoría relativa del PP en Madrid, el PNV apoyaría un Gobierno socialista, a condición de que fuese (con)federalista. Y hasta es posible que los buenos oficios de Eguibar y Arzallus hagan que la atención de Eta no se dirija tanto a los cargos públicos socialistas.
No parece, a decir verdad, una genuina «tercera vía». El socialismo vasco habría vendido su legitimidad, conquistada con sangre, verdades y sufrimiento, por un plato de lentejas. Y el nacionalismo, nuevo y bíblico Jacob, marcharía unido, feliz y contento hacia la independencia, tierra de promisión. Por la única vía que conoce y que recorre, la vía de Otegui y de Arzallus, la vía de la muerte y la mentira.
Algunos quieren que esto sirva de ejemplo al resto del PSOE. Si en el Congreso vasco vencen rotundamente los hombres de Ferraz, el socialismo español habrá dejado de existir como fuerza política nacional, para diluirse en una amalgama confusa de tendencias divergentes.
Y seguirá la «construcción nacional». Reforzada y acelerada por la cobardía y la ambición de algunos socialistas, no sólo vascos. El PNV no cabe en sí de gozo cuando contempla el triste espectáculo que el PSE ofrece todos los días. Sólo una cosa empaña los proyectos sabinianos: pese a todo, pese a décadas de propaganda, sobornos e ikastolas, un porcentaje irreductible de vascos sigue considerándose español y actuando en consecuencia.
Colectivo Vascos Sin Libertad
Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de marzo de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.