Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de junio de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
No bastaba la pastoral vasca. Los cerebros de la operación – Uriarte y Echenagusía, que para eso son los dos del PNV – sabían que la cosas no iba a quedarse sólo en su escrito. Lograron la firma de Blázquez y de Asurmendi exagerando los peligros para la unidad de la Iglesia. Y por el mismo camino han obtenido más apoyos de los que esperaban.
Para los nacionalistas, faltó a la pastoral la firma del monseñor Fernando Sebastián. Se pensaba que, dado el acercamiento del arzobispo de Pamplona a Unión del Pueblo Navarro, su ausencia era significativa. Pero el miércoles 5 el prelado pamplonés ya anunció que «compartía unas cuántas cosas» de la pastoral, y que los obispos «hermanos» «están preocupados por lo que pueda pasar, pero están recogiendo el sentir popular». Y declaró también que no firmó el documento porque «ni se le invitó para elaborar el documento ni le pidieron la firma».
La libertad con la que actúa el clero nacionalista es una mala señal sobre las intenciones de buena parte de la Iglesia. Las declaraciones de monseñor Amigo, arzobispo de Sevilla, sobre la huelga general, y la pastoralcontra la Ley de Extranjería (anunciada por la portavoz Pilar Samanes el sábado 8 y desmentida el domingo 9) tampoco son como para dejar tranquilo al PP.
Al tratar a los obispos es bueno recordar que su primera norma es conservar la unidad. Y conservar las amistades. Por molesto que esté el cardenal Rouco, ¿cómo podría dejar en mal lugar a monseñor Blázquez, su auxiliar durante tantos años?. Por descontento que esté el presidente de la conferencia episcopal, ¿cómo podría enfrentarse públicamente a su rival, el nacionalista monseñor Carles?
Ahora bien, tal vez haya asuntos legales y económicos que a medio plazo devuelvan las aguas a su cauce. Y tal vez el público descontento del episcopado conservador (monseñor Gea Escolano, monseñor Estepa, por ejemplo) no haya hecho más que empezar. El sábado 9 el cardenal Álvarez y el cardenal González Martín, titular y dimisionario respectivamente de la sede primada de Toledo, renovaron su jura de bandera en la Academia de Infantería.
Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de junio de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.