Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de agosto de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
El internacionalismo «proletario» de la izquierda abertzale es la realidad más incoherente, heterogénea e insostenible que quepa imaginar. Un movimiento nacionalista y exclusivista, totalitario, paradójicamente conserva de su marxismo genuino una retórica tercermundista y se obstina en apoyar, siquiera de palabra, a otros «movimientos de liberación nacional» y a otros grupos revolucionarios violentos.
Es evidente que nacionalismo e internacionalismo son contradictorios. No es posible defender sincera y eficazmente una identidad nacional y dejarse llevar por otra a un mundialismo uniformizador de cuño bolchevique. El mundo de Batasuna es, desde luego, un mundo de fe y no de razón, pues consigue convencer a sus adeptos simultáneamente de la necesidad de construir un estado «nacional» vasco y de suprimir todas las barreras históricas, económicas, culturales y humanas entre los pueblos de la tierra.
En el nacionalismo vasco prevalece el odio a la nación española sobre el amor a la supuesta nación vasca. En el nacionalismo «moderado» también: no se trata tanto de defender una identidad colectiva vasca, basada en hechos reales, cuanto de destruir la identidad nacional española. Si para esto hace falta mentir, convirtiendo los matices regionales de lo vasco y hechos diferenciales nacionales, se miente. Si en esa mentira se pone en riesgo la identidad real de los vascos, no importa.
Estamos ante una ocasión excepcional de comprobar la sinceridad del celo identitario nacionalista. Teóricamente, frente al nacionalismo se alza el monstruoso nacionalismo español, que pretende la asimilación y la uniformización cultural. pero ahora es también evidente que la globalización, creadora de una única y uniforme identidad cultural mundial, amenaza también a los vascos.
Si el nacionalismo sigue concentrando toda su potencia de fuego cultural en negar lo español y en crear un ente vasco no-español, sabremos que en los nacionalistas es más fuerte el odio que el amor a su tierra. Si hay nacionalistas sinceros, entenderán que la verdadera amenaza, en cualquier caso, no es España, sino la homogeneización global.
Si el nacionalismo es derrotado en esta coyuntura, esta contradicción del nacionalismo a nivel cultural seguirá mostrando el mismo interés. Los nacionalistas honrados habrán de encontrar un cauce para defender desde España su identidad colectiva vasca y española. Si sólo encuentran un llamamiento a aceptar la cultura de la Coca Cola, nadie podrá reprocharles su inhibición moral y su autoexclusión de España.
Colectivo de Vascos sin Libertad
Por Pascual Tamburri Bariain, 14 de agosto de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.