Acuerdo en Bruselas, dudas en España

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de octubre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.

La Cumbre extraordinaria de la Unión Europea ha terminado en acuerdo. Diez países europeos más se unirán en 2004, y otros dos, económicamente más atrasados según los expertos eurócratas (Bulgaria y Rumanía) deberán esperar a 2007. El acuerdo del pasado fin de semana revela cómo quieren los actuales Quince convertirse en veinticinco: sin gastar dinero. Al parecer, han encontrado una manera de hacerlo, y todos se felicitan por ello.

La cosa es en principio sencilla: la mayor partida de gasto europea, la Política Agraria Común, quedará congelada en las cifras actuales. No se reducirá, como pedían algunos, y no se incrementará, como pedían otros. Hasta 2013 habrá un sistema agrícola europeo similar al actual, aunque sin incrementar las partidas destinadas al efecto.

La negociación es una buena muestra de cómo se toman las decisiones en Europa: lejos de considerar las razones y los argumentos contrapuestos, se regatea y se llega a un acuerdo que no satisface a nadie y que no se sostiene en ninguna de las lógicas. Pero se llega a un acuerdo, que es el objetivo de los políticos y de los altos burócratas. El espectáculo debe continuar, aunque la gente (espectadores, ciudadanos, contribuyentes) ni lo aprueben ni lo comprendan.

Porque el acuerdo no garantiza las necesidades de España. No se sabe cómo se repartirán entre veinticinco los fondos que ahora sirven a quince. Es evidente que España va a perder, pero no se ha hecho aún público cuánto, cómo, ni quién. En Bruselas se ha hablado de dinero y de proyectos del pueblo español: pero al pueblo español no se le ha dicho nada.

Miguel Arias Cañete y José María Aznar no han sido elegidos en Bruselas, ni en Curlandia, ni en Pomerania: son servidores del pueblo español. Es cierto que España es Europa, pero no está dicho que haya de aceptar siempre sin rechistar lo que otros deciden. Mucho de eso hubo en tiempos del PSOE, y el PSOE perdió democráticamente. Los políticos deben lealtad a su pueblo, porque, entre otras cosas, el pueblo paga. Y vota.

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de octubre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.