Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de octubre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
Europa sigue conmocionada por el brutal espectáculo terrorista de Moscú. Los terroristas chechenos, en su lucha religiosa por la independencia contra Rusia, han dado lugar a una gran masacre. A medida que pasan los días se escuchan más voces criticando la contundente actuación de las unidades especiales de Vladimir Putin. No hay aún cifras exactas ni definitivas de muertos, heridos y detenidos, pero en todo caso se ha superado el horror habitual en los países occidentales.
Dicen los bienpensantes, algunos progresistas profesionales y bastantes bienintencionados, que Rusia se precipitó al emplear la fuerza contra el comando terrorista. Piensan, en definitiva, que cabía tratar y negociar con los terroristas suicidas que amenazaban con asesinar metódicamente a más de 700 rehenes si el ejército ruso no abandonaba la república caucásica y si Moscú no reconocía la independencia de Grozni.
Algunos de los que así opinan han sugerido en otras ocasiones soluciones similares para el terrorismo, menos efectista pero más cercano y desgarrador, del nacionalismo vasco. Creen no pocos izquierdistas y bastantes gentes de sacristía que sólo una negociación política y sin límites puede acabar con el terrorismo.
Sin embargo, tuvo razón el presidente ruso. Negociar con terroristas, por principio, es aceptar que el terrorismo ha vencido la batalla. La meta de cualquier grupo que aspira a metas políticas mediante actos d terror es precisamente ese tipo de negociación. Cuando un Gobierno acepta negociar con los terroristas o según una agenda preparada por los terroristas, da al grupo asesino una legitimidad de la que carecía. El terrorismo, en cualquier tiempo, lugar y circunstancia, no es un método político aceptable, sino un mal moral.
No hay que engañarse: sólo el terrorismo es responsable de la víctimas de un acto terrorista. Si Putin no hubiese actuado con firmeza, ¿qué habría sucedido? ¿Un goteo de asesinatos? ¿La ruptura de la unidad nacional rusa a cambio de 700 vidas? Las muertes son lamentables, pero digan lo que digan los Cossigas y los Pérez Esquivel del caso son responsabilidad sólo y exclusivamente de los terroristas y de los políticos que se amparan en el terrorismo.
Afortunadamente España nunca se ha visto envuelta en un acto terrorista de este calibre. Pero al fin y al cabo Eta ya ha asesinado a muchos más que 700 españoles. Quien negocie según la agenda de Eta colabora con Eta. Y ningún Gobierno legítimo y popular puede tolerar el terrorismo, a ningún precio.
Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de octubre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.