Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de octubre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
Los malos escolares, cuando se presentan en el aula con los deberes mal hechos o la lección mal estudiada, encuentran excusas de todo tipo para explicar y respaldar su posición. Los alumnos aplicados, en cambio, suelen permanecer silenciosos, esperando sin temor su turno. Como dijo Rodrigo Rato en una ocasión y ha reiterado después José María Aznar, durante los varios años España ha «hecho» cumplidamente sus deberes en Europa.
¿Y ahora? Europa está en plena recesión económica, y se trata de una crisis grave, pues los políticos continentales emplean cada vez menos circunloquios y eufemismos. Que la recesión afecte a todos es un magro consuelo, porque eso no mejora la posición de España. Algo va mal en un país cuando los responsables de la economía nacional, para defender su gestión, se limitan a comparar la situación actual con la de otros países, peor situados, o con la de otros tiempos, indiscutiblemente más aciagos. ¿Va bien la economía española? Digamos que va menos mal que la de algunos de nuestros socios.
Eso puede estar bien para la campaña preelectoral o para la propaganda, pero debe dejar muy insatisfechos a nuestros gobernantes. Aunque mediatizado por los tratados en vigor, España es un Estado libre y soberano, gobernado por y para el pueblo. Pues bien, un Estado ha de contemplar como su principal deber en términos económicos y financieros la promoción armónica de la riqueza en todas sus ramas productivas. Y, por supuesto, se ha de garantizar la subsistencia digna de los ciudadanos del Estado.
Esa sería la manera de lograr que España «fuese bien», no sólo por comparación sino también por sí misma. Con arreglo a los preceptos constitucionales y a una elemental lógica distributiva, ese bienestar ha de promoverse para todos, no de unos españoles en detrimento de todos (de unas regiones rente a otras, o de unas clases sociales frente a otras). Y, por supuesto, dando preferencia a los españoles y a los europeos (igualados a todos los efectos en el vigente ordenamiento) frente a los extranjeros.
Cuando España ha ido bien, muchos extranjeros se han beneficiado de ello. Al más alto nivel, participando de los pingües beneficios de la economía real y sobre todo de la especulativa. Mucho más modestamente, la inmigración extraeuropea ha crecido a la sombra de la economía hasta llegar a convertirse un lastre para la misma. El problema es que muchos de estos inversores – especuladores y muchos de los inmigrantes sólo se han sentido solidarios con España mientras España ha ido, sin maquillajes, bien.
España volverá ir bien. Para que esto suceda del modo más rápido y completo posible, los españoles deben ver garantizados sus derechos. España puede ir bien para todos los españoles, e incluso para algunos extranjeros. Pero, a todos los niveles, los gobernantes deben responder ante sus compatriotas. Con los deberes bien hechos, el PP vencerá en las elecciones de 2003 y de 2004. Sin ellos, el futuro es preocupante para ese partido y para el país.
Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de octubre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.