Miguel Boyer, del rosa al salmón

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de noviembre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.

El presidente del Gobierno, José María Aznar, presentó el lunes la nueva fundación del Partido Popular. La Fundación FAES, como es bien sabido, reúne los esfuerzos y los medios de sus varias antecesoras, de las que hereda un presupuesto saneado y un plantel bien surtido de colaboradores.

Para Aznar, tras su paso por la Moncloa, será la manera de seguir presente en la vida pública española. Esta «macrofundación», «laboratorio de ideas» para el partido mayoritario, se fundamenta en los principios y valores del llamado «centro reformista» y trata de garantizar que la sucesión política de Aznar no apartará a la derecha española de su actual rumbo ideológico.

FAES es Aznar, nadie se llama a engaño. El PP, más allá de sus afiliados y de sus cargos públicos, será doctrinalmente lo que FAES y Aznar determinen que sea. Puede parecer poco democrático, pero un pasado de confusiones y divisiones hace aceptable esta solución para todos los grandes nombres del PP. Nombres y hombres que, con pocas excepciones, están además en el patronato de la fundación centro-derechista.

Ningún politólogo ha dado en definir aún técnicamente qué es o qué puede ser el «reformismo» que Aznar enarbola en el palo mayor de la nueva Fundación. Si atendemos a la política del Gobierno y a las personas que van a participar en la dirección de FAES, hay un poco de todo (centrismo, conservadurismo, populismo, liberalismo, intereses regionales y locales, una notable porción democristiana, con un abundante condimento de prestidigitación electoral) y una voluntad común de conservar, unidos y a cualquier precio, el poder tan trabajosamente (re) conquistado en 1996.

Todo esto no es negativo en sí mismo considerado. El pragmatismo y la prudencia de que ha hecho gala José María Aznar dieron como fruto la segunda victoria electoral, y permiten esperanzas ciertas para 200, incluso en estos tiempos difíciles. Por pragmatismo, por ejemplo, los hombres y mujeres de Alianza Popular aceptaron y siguen aceptando compartir proyecto con los náufragos centristas de la UCD, aun sabiendo los primeros que muchos males del país proceden de los miedos y los errores de los segundos en la Transición.

Y en FAES Aznar se ha superado a sí mismo en pragmatismo. El presidente del Gobierno ha hecho entrar en el patronato de su fundación, junto a no pocos centristas, al ex ministro del PSOE Miguel Boyer. Boyer, quien rompió con el PSOE en 1996, ya ha participado en seminarios organizados por la anterior FAES. Boyer, «de momento» no tiene carné del PP, pero admitió compartir «más del 50 por ciento de las ideas del PP», especialmente en temas económicos, financieros y sociales.

El transfuguismo político es un pésimo vicio que el Partido Popular padeció y criticó en su larga oposición al régimen socialista. Boyer era una parte notable de aquel régimen en sus años más turbios. Para los españoles más jóvenes es sólo, tal vez, un personaje de la prensa rosa, pero para los cuadros y los votantes de base del PP es, o al menos era, un referente de la prepotencia y el desgobierno del peor felipismo.

Boyer no es, en realidad, un tránsfuga. Su socialismo, antes de pasar a la prensa rosa, era un socialismo de prensa salmón, de prensa económica; Boyer fue la garantía para los grandes poderes financieros del país y del mundo de que el PSOE haría las reformas liberales que UCD no pudo hacer y que Manuel Fraga se negaba a hacer. Boyer fue y sigue siendo, sin transfuguismo, el representante de determinados intereses económicos. Otra cosa es que, aparte del relumbrón de la noticia, el PP postaznarista realmente desee abandonar para siempre su vieja alma social, que le ha dado votos y continuidad a lo largo de las décadas.

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de noviembre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.