Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de diciembre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.
Antes de Navidad, fueron detenidos en Francia los nuevos jefes de comandos de Eta, tres meses después del arresto de los anteriores. La inexplicable fuga de Ibon Fernández Iradi empaña sólo en parte los éxitos españoles y franceses en la lucha contra el terrorismo. La banda terrorista ha sufrido severas derrotas militares y se encuentra técnicamente en su situación más débil en muchos años.
Hay que alegrarse. Estos éxitos demuestran que con medios, tiempo y sobre todo voluntad política el terrorismo puede ser derrotado. La clave, de hecho, radica en la voluntad política: los hombres y mujeres que combaten el nacionalismo sangriento frente a frente se sienten ahora respaldados por sus jefes y por los políticos. Las resoluciones de Baltasar Garzón, la Ley de Partidos y la decisión de José María Aznar de que las penas se cumplan íntegramente han dado a todos la impresión de que no se van a escatimar esfuerzos para derrotar a Eta.
En opinión del ministro del Interior, Ángel Acebes, una consecuencia positiva de estos éxitos es que Eta se reconstruye cada vez con terroristas más jóvenes, más inexpertos y por lo tanto más ineficaces. «Es una operación de la máxima entidad e importancia, un nuevo golpe a la estructura organizativa de la banda». De hecho, sólo han pasado tres meses desde que la policía francesa detuviera a José Antonio Olarra Guridi y Ainhoa Múgica, anteriores jefes de los comandos.
Pero no hay que engañarse. Los éxitos policiales y las medidas legislativas afectan sólo al rente armado y terrorista del movimiento totalitario nacionalista. Lo cierto es que ahora mismo hay cientos y miles de jóvenes vascos y navarros dispuestos a militar en Eta. Jóvenes y menos jóvenes que han sido educados en la mentira, en la ignorancia y el odio de España. Sectores enteros de la sociedad española que no se reconocen en la patria común e indivisible, y que están dispuestos a todo – a vivir, a morir y a matar – para no ser españoles.
Un hombre coherente en su odio, Joseba Permach, ha afirmado en la Audiencia Nacional que «nuestro único delito es reclamar el derecho de autodeterminación para Euskal Herria». Así es. En definitiva, aunque en determinados cenáculos políticos no se quiera aceptar (pensado sobre todo en las elecciones de 2003 y 2004), el problema no es sólo el terrorismo, sino el nacionalismo que lo creó, lo nutrió y lo sustenta culturalmente y económicamente. Y más aún: si el nacionalismo existe, subsiste y se consolida es sobre todo porque frente a sus mentiras falta una identidad nacional española, basada en hechos, afirmada sin complejos. Tarea para todas las Españas posibles en 2003.
Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de diciembre de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.