¿Qué neutralidad es posible?

Por Pascual Tamburri Bariain, 17 de febrero de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

«La neutralidad en las guerras ajenas es buena para quien es potente de tal manera que no tiene nada que temer del bando vencedor, ya que se podrá defender sin dificultad y podrá incluso sacar provecho de la situación. Fuera de este caso, es desaconsejable y dañina, porque el neutral está a merced del vencedor y del vencido. Y la peor de todas es la que se practica no por decisión meditada sino por falta de decisión. Es decir, cuando no decidiendo si quieres participar o no, actúas de tal manera que no dejas satisfecho ni siquiera al bando que se conformaría con que fueses neutral. Y este es el tipo de neutralidad practicado más a menudo por los Estados, porque muchas veces procede de su división interior, de manera que pensando un partido una cosa y otro la contraria ninguno de los dos consigue que su opinión prevalezca».

Francesco Guicciardini es uno de los padres de la política moderna. Sus palabras parecen escritas ayer, o incluso hoy, y son agudamente aplicables a la España y a la Europa de 2003. Sin embargo, fueron originalmente redactadas en la Italia de 1512.

Una cosa es cierta y sabida desde tiempos de Roma: quien no lleva el peso de sus propias armas está destinado a portar las de los demás. Un país fuerte en el pleno sentido de la palabra, con autonomía y capacidad real en lo diplomático, en lo militar, en lo económico y en lo moral, puede decidir su destino e influir en el del mundo. Un país que no se encuentre en esa situación no tiene la misma libertad.

España no es hoy, en términos de Guicciardini, un país plenamente soberano. Su volumen geopolítico es pequeño en este contexto internacional. Carece, sobre todo, de la cohesión interior y de los medios de todo tipo que le podrían permitir una decisión libre. Y a corto plazo esto no va a cambiar. España, por consiguiente, no puede evitar que haya guerra, pues esto sólo depende de Sadam Hussein y George Bush. Y no puede permanecer realmente neutral si hay guerra, porque inevitablemente las consecuencias de la guerra le alcanzarían – de modo más agudo si es neutral.

Sin embargo, España tiene una opción satisfactoria de neutralidad. Dentro de una Europa realmente unida, de una Europa en la que se respeten los derechos de las naciones y no se cree una oligarquía de países que monopolicen la Unión en su beneficio, España podría ser neutral. Esa Europa, incluso, podría imponer a las partes una paz. Europa, unida, podría defender exitosamente su punto d vista.

Ahora bien, esa unidad no existe precisamente por decisión de los mayores enemigos de cualquier intervención. La paz se defiende, siempre, reforzando España incluso en lo militar. Hoy, además se puede construir la paz creando una Europa realmente libre y democrática, que no es ni la de los socialdemócratas ni la del bloque renano.

Por Pascual Tamburri Bariain, 17 de febrero de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.