Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de abril de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.
España ha adquirido la capacidad de decidir por sí misma. Una mayor libertad estratégica para España depende de que persista la voluntad y la capacidad de asumir riesgos exteriores.
Una opinión reciente de José Javier Esparza ha desatado la polémica: ¿es la guerra un mal absoluto o es en determinadas circunstancias una opción política posible aunque indeseable? Y, por otra parte, si Estados Unidos es un Imperio, ¿es en términos schmittianos un imperio marítimo como lo fueron Cartago y Gran Bretaña o una realidad continental como lo fue Roma? Porque todas esas preguntas, formuladas nítidamente, deben plantearse a raíz de la crisis de Iraq, y España debe ser capaz de dar sus propias respuestas.
España, con su participación en el escenario internacional de este 2003, ha adquirido la capacidad de decidir por sí misma. Ciertamente no es una gran potencia, pero sí es un país que elige según sus intereses nacionales, lo que antes no siempre sucedía. Un Gobierno ha cambiado para España el escenario estratégico, haciendo conscientes a las minorías rectoras del país que la «doctrina Fernández Ordóñez» no era la única opción posible ni, seguramente, la más adecuada al escenario postsoviético.
Objetivamente hay que alegrarse del paso dado, porque España tiene ahora conciencia de las distintas opciones abiertas, y se elija la que se elija el pueblo español estará mejor servido que fosilizando entre las cosas sagradas la que no pasó de ser una decisión coyuntural de Felipe González y de sus colaboradores. Que España es Europa es indiscutible. Pero no es cierto que la voluntad de París y Berlín sea la opinión de Europa, y desde luego no es cierto que una opción europea pueda relegar a la nada los intereses privativos de España.
Que la decisión de Aznar signifique la recuperación permanente de una mayor libertad estratégica para España depende de que persista la voluntad y la capacidad de asumir riesgos exteriores. Depende, sobre todo, de que José Luis Rodríguez Zapatero haya leído a Thomas Hobbes, para quien «la guerra no consiste sólo en las batallas, ni en el desarrollo de los combates, sino en un lapso de tiempo en el que la voluntad de lucha es generalmente aceptada. Por lo tanto, en la naturaleza de la guerra hay que tener en cuenta la dimensión temporal… La idea de guerra no viene dada por los combates, sino por la disposición a combatir». España podrá beneficiarse de la «doctrina Aznar» si los dos grandes partidos están dispuestos a arriesgar algo por los intereses de la gente.
Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de abril de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.