Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de abril de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.
Aznar ha evitado lo peor: una elección prematura de sucesor habría hecho recaer sobre éste el peso de las decisiones y de los problemas que el presidente ha asumido.
Truenan las encuestas y arden las ambiciones electorales. El 25 de mayo, indebidamente, está perdiendo su carácter municipal y regional para adquirir un sentido político nacional. El PSOE e IU, de la mano, tratan de convertir la cita con las urnas y las encuestas previas en unas primarias para las elecciones de 2004. Un duelo anticipado con José María Aznar, en el que José Luis Rodríguez Zapatero y su compleja coalición de apoyos intentan sacar partido de la actitud de UGT, de la crisis del Prestige y de la guerra de Iraq.
Aznar es un hombre que nunca sorprende, y por esto mismo termina sorprendiendo siempre. Primero, por su obstinación en no optar a un tercer mandato presidencial cuando éste parecía asegurado. Después, por su renuencia a que el Partido Popular designase un candidato a la presidencia del Gobierno cuando muchos creían que era necesario hacerlo para preparar con éxito las elecciones. Por último, su implicación directa y personalísima tanto en el giro internacional de España como ahora en la campaña electoral municipal.
El 25 de mayo tendrá algo que ver en la decisión final del Partido Popular para 2004. Pero Aznar ha evitado lo peor: una elección prematura de sucesor habría hecho recaer sobre éste el peso de las decisiones y de los problemas que el actual presidente ha asumido solo. El primer acierto de Aznar ha sido, pues, posponer la decisión.
Queda por ver si el acierto va a presidir también el resto del proceso. En 2004 se trata no sólo de derrotar a los rivales políticos legitimados (la izquierda), sino sobre todo de colocar a España definitivamente fuera del alcance de sus enemigos exteriores (ante todo, Marruecos, junto con una mala comprensión de Europa y una lectura progresista del problema migratorio) y de la subversión interior (el nacionalismo asesino). Tal será la carga del sucesor, o de la sucesora.
Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de abril de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.