Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de abril de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.
¿Por qué volver atras? ¿Quién reniega de esta convergencia real y añora los viejos tiempos en que cumplíamos fielmente los dictados de François Mitterrand?
¿Qué es Europa? Esta pregunta viene sacudiendo el continente rítmicamente desde las viejas crónicas del siglo VIII, que relatan la victoria en Poitiers de los guerreros «europenses» de Carlos Martel sobre la horda musulmana invasora. Y sobre todo, desde nuestro punto de vista nacional ¿qué es España dentro de esa Europa mal definida? Porque la respuesta a ambas preguntas interesa a los españoles del siglo XXI, y además afecta de modo muy directo a quienes nos gobiernan y a quienes desean gobernarnos.
Europa es hoy una expresión geográfica y, además, un concepto cultural que se refiere a los pueblos herederos de aquellos combatientes cristianos. En este sentido, Estados Unidos es Europa tanto como pueda serlo Francia y desde luego más que la comunidad islámica de Sarajevo o la comunidad turca de Hamburgo. Y en este y en cualquier sentido posible España es Europa, y no de un modo accesorio, sino de una manera radical y originaria, porque no hay Europa sin hispanos, como no la hay sin romanos y sin germanos.
Un cierto complejo de inferioridad domina a muchos españoles. Ingresada España en la Comunidad Europea en 1986, con un retraso provocado por los egoísmos económicos y una pésima negociación derivada de los Gobiernos socialistas, bastantes hombres públicos se creen en deuda con el binomio Francia – Alemania que dirigía de hecho entonces la Unión. Y nada hay menos fundamentado que esa sumisión innecesaria.
España está en Europa por derecho propio, sin pedir nada a nadie y sin deber nada a nadie. Sólo confundiendo Europa con los intereses mercantiles de algunas grandes empresas y de algunos partidos se puede aceptar la pretendida inferioridad de España. España, en términos humanos y culturales, es Europa sin que nadie deba darle permiso para serlo. En términos económicos nadie puede discutir que nos encontramos entre los países de creciente riqueza y eficiencia. En términos políticos hemos recuperado el impulso perdido tiempo atrás. ¿Y entonces? ¿Por qué volver atras? ¿Quién reniega de esta convergencia real y añora los viejos tiempos en que cumplíamos fielmente los dictados de François Mitterrand?
Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de abril de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.