Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de junio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.
La Asamblea de Unión del Pueblo Navarro y la reunión bilateral UPN-PP para el seguimiento del acuerdo permanente entre ambos partidos se han celebrado en un clima político de tensión sin precedentes. En palabras de Miguel Sanz, presidente del Gobierno de Navarra, «el PSOE ha hecho lo que durante la campaña electoral dijo que haría», es decir, aliarse con cualquiera con tal de arrebatar a UPN el poder allí donde democráticamente le correspondía. En estas circunstancias, el PSOE, al menos en Navarra, ha empezado a romper sus puentes de lealtad constitucional. El Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo está muerto en Navarra, y lo estará en toda España si Rodríguez Zapatero no se impone en la innoble lucha de facciones que divide a la izquierda, unida sólo por su afán de protagonismo y por su alergia a todo patriotismo democrático.
Por eso la presencia de José María Aznar, de Mariano Rajoy, de Jaime Mayor Oreja y de Javier Arenas en Pamplona, junto a los hombres y mujeres de UPN, ha sido necesaria y alentadora. La envidiable situación institucional, económica y social de Navarra y el funcionamiento del pacto PP-UPN son la mejor prueba de que el centro derecha español sólo necesita ser él mismo, con un talante moderado y unos valores irrenunciables, para gobernar con eficacia y para conseguir mayorías amplísimas. Todo lo cual redunda en más prosperidad, más seguridad y más prestigio para España y los españoles.
Pero el PSOE no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Mientras que el PP no se rebaja a hacer pactos extraños para gobernar, el PSOE sí los hace. El PSOE, con grandes responsabilidades por su gran apoyo popular, carece de un proyecto para España y no tiene ni siquiera una dirección digna de tal nombre. De esta debilidad el independentismo vasco ha extraído como conclusión que la ruptura de la unidad nacional es posible si el PP y UPN son derrotados. Ahora bien, Aznar ha afirmado enérgicamente en Pamplona que la unidad constitucional de España se va a mantener; que quien plantee pulsos al Estado de Derecho los va a perder; y que no hay ninguna esperanza de negociación o de consenso con el nacionalismo.
Si el PSOE compartiese estos mínimos, España y Navarra estarían más seguras. Mientras no sea así, la responsabilidad de llevar adelante un proyecto de España en en la Europa del siglo XXI corresponderá al centro derecha. Al fin y al cabo, las etiquetas de izquierda, derecha o centro importan muy poco cuando se trata de la vida y de la libertad de los ciudadanos, de los grandes valores permanentes, de la unidad nacional o de la posición de España en el mundo. Aznar, en su último año de legislatura, afronta un verano difícil, y por muy buenas razones ha querido empezarlo en Pamplona con una serie de afirmaciones y de advertencias que han resonado con fuerza.
Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de junio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.