El alarde de Noain

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de julio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

El 30 de junio de 1521, en la batalla de Noain, un ejército francés enviado por Francisco I, y un ejército español, improvisado a duras penas, decidieron con las armas el destino de Navarra. Quienes hemos tenido oportunidad de estudiar historia de España en el Bachillerato -una posibilidad muy limitada hasta ahora por la LOGSE- recordamos en efecto que aquella fue una de las seis guerras entre el emperador Carlos V y Francia.

Otra batalla del mismo ciclo bélico se conmemora en Irún en estas mismas fechas, ya que la población guipuzcoana ha recordado folklóricamente a lo largo de los siglos su contribución en 1522 a otra derrota francesa. A otra victoria española. Y es que, pasado el dolor y el terror de la guerra, los pueblos son conscientes de que también las batallas forjan su carácter y su identidad.

Batallas y memoria contribuyen, pues, a definir identidades. Y corresponde al historiador aquilatar dentro de ese recuerdo popular qué parte corresponde a la realidad histórica y qué parte se debe a la inevitable imaginación colectiva. También la deformación de los hechos y del pasado en el recuerdo de las comunidades es significativa de la identidad de éstas.

Pero no hay que confundir la natural imperfección y la frecuente mitificación de la memoria histórica con la deliberada manipulación de la misma. A modo de «alarde» navarro, conmemorando la batalla de Noain, el domingo 29 de junio un grupo de personas se congregó en Salinas de Galar, cerca de la capital navarra. Una iniciativa simpática y meritoria, porque sin su historia Navarra no sería Navarra; pero hay que ver qué se celebró en los campos de Noáin.

Lamentablemente la vulgata historiográfica del nacionalismo vasco ha llegado a la Cuenca de Pamplona. Y así, la que fue una batalla de liberación -españoles contra franceses- ha devenido una guerra de conquista -españoles contra navarros-. La verdad histórica brilla en este caso por su ausencia, salvo que por verdad afirmada aceptemos las opiniones del batasuno Floren Aoiz, convertido ahora en historiador.

La mentira debe hallar una respuesta allí donde se pronuncie. No es preciso rebatir ni a Aoiz ni a otros como él. Su carencia de formación, de rigor y de profesionalidad como historiadores los descalifica sin grandes dificultades (aparte de los inconvenientes que parece tener que su dedo acusador señale a los «historiadores navarristas», como Jaime del Burgo, Alfredo Floristán y quien esto firma). Pero no hay que olvidar a los cientos de personas que participan en actos manipulados y falaces como el de Noain, o en su caso el de Maya del Baztán. Si el nacionalismo hace una vulgata a partir de sus propias mentiras, hay que procurar que también la verdad llegue a la gente. Y esa, del Gobierno abajo, es tarea de todos.

Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de julio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.