¿Tregua en el horizonte?

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de julio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

Para proclamar una tregua ha de haber una guerra, un «conflicto». Y a la necesidad de dar una imagen de fuerza responde la estrategia etarra y nacionalista. Así, Ibarretxe podrá anunciar la «paz», además de sus planes sediciosos.

La ofensiva terrorista de Eta es el acontecimiento político del verano. Eta, que está en su peor momento organizativo gracias a la contundencia de las Fuerzas de Seguridad, tiene que aportar su contribución a la estrategia nacionalista. Sin Eta, en los últimos veinte años el nacionalismo vasco se habría diluido; antes de desaparecer, Eta se ve obligada a hacer su contribución extrema a los planes independentistas.

La única vía por la que la propuesta de Ibarretxe puede hacer mella fuera de la parroquia separatista es a través de la falacia de la «paz». Quedan aún políticos candorosos e ilusos de a pie que creen que el supremo bien sería «que Eta deje de matar». Si el nacionalismo puede ofrecer una tregua como recompensa a los esfuerzos del PNV, Ibarretxe tendría más propuestas de seguir delante de las que algunos sesudos analistas están dispuestos a reconocer.

Naturalmente, para proclamar una tregua ha de haber una guerra, un «conflicto». Y a la necesidad de dar una imagen de fuerza responde la estrategia etarra y nacionalista. Así, un buen día de otoño, además de presentar su proyecto, Ibarretxe podrá anunciar la «paz». Y habrá quien le crea, porque siempre hay quien se deja engañar, y quien se quiere dejar engañar. Hasta en el PSOE lo saben.

No puede haber, y jamás habrá, una paz real basada en las propuestas nacionalistas. No puede fundamentarse la paz en la injusticia, en la mentira, en la extorsión y en la manipulación, como quieren por igual Troitiño, Otegi y Arzallus. Pero los tres saben que el número de cobardes es sólo comparable al de necios. Que nadie caiga en una nueva «tregua-trampa», porque esta trampa será mortal.

Esta situación refuerza la importancia de Navarra y de Álava, objetivos esenciales de la operación de intoxicación ideológica planificada conjuntamente por Eta y por el Gobierno Vasco. En efecto, ni la más edulcorada de las treguas puede ocultar que la propuesta independentista supondría una dictadura totalitaria – y armada – ejercida sobre esas dos provincias forales. La verdadera paz y la verdadera libertad se han de defender, especialmente allí, por todos los medios legales del Estado de Derecho.

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de julio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.