Armas de destrucción masiva, política de destrucción personal

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de julio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

A pesar de la pésima gestión de su imagen, España ha contribuido en Irak más a la libertad de aquellas gentes – en el sentido occidental – y a la futura libertad comunitaria del pueblo árabe.

David Kelly ha muerto en medio de una situación extremadamente confusa. La muerte y la política se asocian a veces de manera inextricable, como inextricable es la maraña diplomática y periodística que rodea el conflicto de Mesopotamia. Los Gobiernos aliados, enfrentados a sus respectivas oposiciones internas, atrapados entre la opinión pública y la necesidad política, se han visto en los últimos meses en situaciones apuradas. Una de esas situaciones, a todas luces, llevó a Nelly a la muerte y a Anthony Blair a un aprieto.

La guerra contra Sadam Hussein se explicó a los medios de comunicación y a los electores de muchas maneras simultáneas: la defensa de la democracia frente a una dictadura sanguinaria; la defensa de la paz frente a un régimen armado y demostradamente agresivo; la defensa de la estabilidad frente a un dictador que ya había mostrado su posesión y su disposición a utilizar armas biológicas y químicas (aunque aún no nucleares). La propaganda tuvo en esto su parte, y resulta fácil denunciar hoy que aquel régimen no era tan fuerte ni estaba tan armado como pudo parecer.

Sin embargo, las contradicciones entre la propaganda de guerra y las realidades de la postguerra no deben hacernos perder el sentido de la realidad. Irak no era un país libre, sino un régimen socialista y occidentalizado, con todos los vicios de ambos mundos. Sadam era un tirano puesto allí por específicos intereses multinacionales, a los que Irak estuvo sometido a través de él. Si de neocolonialismo cabe hablar no es precisamente ahora, sino en realidad durante el régimen pseudo baasista. A pesar de la pésima gestión de su imagen, España no ha contribuido en Irak más que a la libertad de aquellas gentes – en el sentido occidental – e incluso a la futura libertad comunitaria del pueblo árabe – en el sentido más profundo.

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de julio de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.