Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

Zapatero y su equipo son los hombres (y mujeres) de la velada alianza con Arzalluz, porque hasta con el diablo pactarían camino de la Moncloa.

Burlada, Navarra, España. Un pueblo como tantos otros, con sus problemas y sus ilusiones, con sus vicios y sus virtudes. Y sin embargo, llegará a ser un símbolo, junto a algunos otros municipios navarros, de los nuevos rumbos de la política española a comienzos del siglo XXI.

En Burlada no gobierna el partido político mayoritario. Dentro de la vigente legislación electoral, la izquierda ha aprovechado en muchos lugares la oportunidad de obtener alcaldías y gobiernos regionales apoyándose en coaliciones más o menos antinaturales. Los electores tendrán que valorar esta actitud dentro de unos meses. Pero en Burlada la cosa es más grave: el PSOE se apoya en el nacionalismo vasco, y ha dado cabida en el Ayuntamiento a los independentistas con tal de desplazar al centro-derecha regionalista de UPN.

La dirección del Partido Socialista de Navarra calla, y otorga. Completamente alejada de la victoria electoral, completamente distanciada de su electorado moderado, completamente desesperada de gobernar jamás en Pamplona, la izquierda navarra se conforma ahora con unas pobres alcaldías. Hay muchos favores que pagar, hay muchas cuentas que saldar, hay muchos amigos que colocar; y el socialismo navarro no está tan lejano del independentismo vasco como del poder.

Pero también José Luis Rodríguez Zapatero calla, y otorga. Hay quien opina que su actitud, sus silencios y sus apoyos favorecen sólo al Partido Popular, y desde luego que el descontento crece en sus filas. Zapatero y su equipo son los hombres de Balbás, y de Tamayo, y de Marbella, y sólo con esto bastaría. Pero resulta que también son los hombres (y mujeres) de la velada alianza con Arzalluz, porque hasta con el diablo pactarían camino de la Moncloa. Ahora bien, Zapatero tendrá que pensar qué dice en sus mítines navarros en la campaña electoral de 2004.

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.