Emergencia: inmigración sin control

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

Se esperan en otoño del Gobierno medidas resolutivas, democráticas y justas, lejanas del «pimentelismo» que tantos males ha causado. La situación es crítica y a nadie interesa que estalle.

A cientos, a miles, de todos los países del orbe extraeuropeo llegan inmigrantes a nuestras costas. La proclamada riqueza de nuestra Europa -a la que España no hace ya excepción- y la evidente facilidad de violar nuestras leyes de inmigración, al menos en un pasado muy cercano, ha creado un «efecto llamada». La bonanza climática está permitiendo llegadas de ilegales sin precedentes, que causan enorme preocupación en ciudades y barrios ya saturados de inmigrantes.

Aparte de los casos humanitarios más sangrantes, ofrecidos en los medios de comunicación y frecuentemente asociados a las pateras en las playas, las estadísticas demuestran que la avalancha de inmigrantes entra por los puertos y aeropuertos. Las tradicionales facilidades dadas a los hispanoamericanos ha traído millones de inmigrantes andinos, que en parte se incorporan al paro, al subempleo y a la marginalidad. Y no vienen en patera, sino en vuelos regulares. Asiáticos y africanos, por su parte, vienen en buques convencionales, como polizones o por los medios más dispares. Violando, eso sí, las leyes de España, que se aplican tarde y mal.

Vienen y, sobre todo, se quedan. Las sucesivas regularizaciones, la aplicación laxa de las normas, la falta de medios de las Fuerzas de Seguridad, la complicidad de ciertas fuerzas políticas y un permisivismo generalizado asociado a un mal entendido humanitarismo llevan a esto: no hay expulsiones. Ni siquiera los inmigrantes que violan la Ley (esto es, que la violan por segunda vez, porque entraron violándola y sobreviven en España delinquiendo nuevamente) son expulsados. Hay, sobre todo en las costas y en las grandes ciudades, mucha desazón, pero pocas respuestas.

Se esperan en otoño del Gobierno medidas resolutivas, democráticas y justas, lejanas del «pimentelismo» que tantos males ha causado. El pueblo español no puede esperar soluciones a largo plazo, porque la situación es crítica y a nadie interesa que estalle. Sobre todo porque el futuro, con la unificación de las fronteras exteriores de la Unión Europea y la fácil entrada de los ciudadanos europeos del Este, se presenta mucho más favorable. Pero hay que llegar a ese futuro sin una fractura social en España.

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.