Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.
La muerte de siete españoles en Irak, precisamente al servicio de España, es un horrendo drama personal para sus familias. Todo el país se ha conmovido con la noticia, que renueva el patriotismo del siglo XXI.
Todo por la Patria. De Norte a Sur y de Este a Oeste, todos los cuarteles e instalaciones militares españoles tienen dos cosas en común: la bandera y este lema. Una bandera que muchos españoles han jurado defender y que todos tienen el deber -moral y jurídico- de honrar. Un lema que, por repetido, ha llegado a parecer retórico, hasta que llega la hora dolorosa en la que se hace realidad.
España es un país dividido hoy por muchas cosas, desde los partidos políticos hasta las divergencias regionales, desde los intereses económicos hasta los restos nostálgicos de la lucha de clases. Sin embargo, y pese a las tentaciones pancarteras de una parte de la clase política, España no parece dispuesta a repetir los errores de un pasado ya remoto, y los españoles no quieren hacer absolutas sus diferencias, y excluyen -salvo el nacionalismo separatista- la hipótesis de la confrontación civil.
Esta voluntad de vivir unidos implica un proyecto nacional de futuro; España existe porque nació en un pasado remoto, y porque durante siglos y milenios ha existido una comunidad humana en estas tierras, unida por su origen y por su voluntad de representar algo en el mundo. Y la España de 2003 es, qué duda cabe, una realidad sólida en el mundo, más sólida que en el nefasto siglo XIX y mucho más sólida que ante el abismo nacional de 1931-1936. España es, y desea ser, porque los españoles unen su voluntad, su interés y su emoción -cada uno a s nivel- para que así sea.
La muerte de siete españoles en Irak, precisamente al servicio de España, de su voluntad política y de sus intereses, es un horrendo drama personal para sus familias y sus allegados. Todo el país se ha conmovido con la noticia, aunque en privado algunos se hayan alegrado soñando tal vez con las consecuencias internas del asunto. Sin embargo, que en 2003 haya siete españoles dispuestos a arriesgar su vida por España, a vivir una vida de sacrificios y renuncias por la nación y en definitiva a morir por la Patria es -en medio del dolor- una garantía para el futuro.
Aunque las comparaciones son odiosas, dentro de pocas horas podrán hacerse alunas muy interesantes. Ante la muerte de dos decenas de carabineros y paracaidistas italianos en Irak, el país hermano reaccionó de un modo ejemplar: unidad de Gobierno y oposición, solidaridad cálida y masiva a las Fuerzas Armadas, luto nacional sentido y vivido, patriotismo espontáneo y gratitud a los muertos y a sus seres queridos. Si en España se sigue esta norma, el viejo lema seguirá sirviendo y habrá serias esperanzas de un mañana mejor. Gobierne quien gobierne. Todo por la Patria.
Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.