Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de diciembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.
Para muchos Ibarretxe tiene cara de caricatura de sí mismo, pero su verdadero rostro muy serio: el de la vanguardia de un frente antiespañol que con probabilidades, insospechadas, de vender.
Ser nacionalista vasco en la España de 2003 no es cosa de broma, ni de inocentada. Ser nacionalista supone muchas cosas serias, desde el independentismo hasta el terrorismo, pasando por muchas y muy diversas formas de romper la convivencia nacional española. Y la legalidad, por otra parte. No, no es cosa de broma.
Ha estado de moda en los últimos tiempos tomar a broma los proyectos nacionalistas, y hacer del nacionalismo objeto de burla. Y la verdad es que lo le faltan al nacionalismo de estas inexistentes naciones elementos cómicos, y hasta ridículos, tanto en sus planteamientos doctrinales -de Sabino Arana a esta parte- como en su historia y en sus historias -del fabuloso Aitor al glorioso pacto de Santoña, por ejemplo-. Habría materia para mucha risa, en todo esto. Una larga serie de inocentadas.
Sin embargo, sobran las risas, sobran las bromas y está hoy de más cualquier consideración burlesca de los nacionalismos, tanto del vasco como del catalán. Sobra, y en realidad ha sobrado siempre, la consideración despectiva del asunto, porque las cosas no están para bromas y chistes. Y ahora menos que nunca.
En los meses que se avecinan España va a ver en riesgo, una vez más, su destino colectivo. 2004 es un año decisivo porque todos los enemigos de la paz cívica española están unidos con el ánimo de destruirla. Los separatistas regionales van a intentar destruir los cimientos humanos y jurídicos de la unidad nacional. Los residuos de la izquierda marxista van a colaborar en esa tarea, con la ilusión de vengar en España -destruyendo España- su derrota histórica inapelable, aunque sea de la mano de impresentables reaccionarios caciquiles. Y la izquierda nacional, desorientada, dividida, al menos en parte está dispuesta a cualquier renuncia -colaborando con esta coalición demencial- con tal de volver a pisar las añoradas moquetas del poder.
No es tema para una inocentada. Tal vez para muchos Juan José Ibarretxe tenga cara de chiste, o de caricatura de sí mismo, pero su verdadero rostro es otro, muy serio: el de la vanguardia de un frente antiespañol que tiene ciertas probabilidades, crecientes e insospechadas, de vencer en su empeño. Si no encuentra rivales firmes en la política, en la sociedad y en la cultura, claro es.
Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de diciembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.