Parmalat, la oportunidad de aprender de la experiencia ajena

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de diciembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

La solución adoptada, que es la que cualquier Gobierno debe adoptar al servicio del pueblo, es restablecer el lógico predominio de la economía real sobre la economía artificial.

El Gobierno italiano se ha visto obligado a intervenir en Parmalat, la gran empresa transalpina de productos lácteos y alimentación, llevada a la quiebra técnica por una gestión delictiva y especulativa. El ministro italiano de agricultura, Gianni Alemanno, que culmina en estos días un brillantísimo semestre de gestión europea, ha adoptado esta decisión considerando más los intereses del país y de los ciudadanos y trabajadores que los de las finanzas.

Opiniones para todos los gustos se han cruzado en los últimos días, particularmente en los medios de comunicación que únicamente conocen en superficie la complicada estructura y funcionamiento del gobierno Berlusconi. Con ciertos prejuicios ideológicos, propios de otro siglo, se ha llegado a criticar la intervención gubernamental, como contraria a la libertad de empresa. Y desde el extremo opuesto se ha pedido una nacionalización de Parmalat tan absurda y anacrónica como sería la pasividad gubernamental.

Hay varios hechos ciertos, y ejemplares, en el caso Parmalat. Un caso que es europeo en sus dimensiones, y que afecta muy directamente a España. Un caso que, además, puede servir de ejemplo y de advertencia, como fue Enron en Estados unidos.

Parmalat no es una empresa fracasada. Es, en cambio, un portentoso gigante empresarial, con enormes mercados y un producción competitiva, de calidad, además de tener unos capitales incalculables en sus instalaciones y en sus trabajadoras. Desde el punto de vista de la economía real, en realidad, Parmalat es y sigue siendo un ejemplo.

Pero la economía productiva, real y tangible da beneficios menos jugosos y más lentos que la economía especulativa. Si los directivos y propietarios de una empresa dejan de creer en ella y pasan a pensar sólo en su lucro individual ¿qué puede suceder? Sólo lo que ha sucedido: fraude, desvío de partidas contables, mal uso de reservas, inversiones y subvenciones.

La solución adoptada, que es la que cualquier Gobierno debe adoptar al servicio del pueblo, es restablecer el lógico predominio de la economía real sobre la economía artificial. Parmalat va a ser gestionada al servicio de los trabajadores y del pueblo italiano con unos administradores seleccionados técnicamente por su competencia. Contablemente, Parmalat es ruinosa, pero no lo es en realidad; Parmalat no vale nada en la bolsa, pero cualquier tiburón de las finanzas estaría deseoso de conquistarla. Si algo así sucediese en España, un ministro español debería pedir exactamente lo que Gianni Alemanno ha pedido.

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de diciembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.