Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
El PSOE ha elegido pactar con el diablo, porque desde 1996 se siente desnudo. En lugar de esperar lealmente su turno democrático, ha buscado un atajo con nacionalistas y comunistas.
El PSOE de Zapatero se ha puesto en la peor de las situaciones posibles ante las elecciones de 2004. Públicamente, desde las ilusiones fallidas de la época del Prestige y de Irak, ha asumido que en ningún caso -salvo milagro- ganará en las urnas con mayoría suficiente para gobernar. Sus esperanzas no pasan por una victoria propia, sino por una derrota del PP, acompañada después de todas las alianzas necesarias para llegar a La Moncloa.
Esta situación no es buena para ningún partido, pues supone renunciar a su objetivo esencial, la conquista y gestión del poder desde su programa. En el caso el PSOE en 2004 supone, además, anteponer la ambición personal de sus frágiles dirigentes y la apariencia de unidad del partido al interés nacional. Si el PSOE logra su objetivo tendrá que pagar el precio a costa del pueblo español; y de hecho, aunque por hipótesis llegase a obtener una mayoría absoluta, estaría atado por sus pactos, compromisos declaraciones preelectorales. Así, gracias a la cobardía política de Zapatero y a los problemas personales de Maragall, España se enfrenta de nuevo y sin necesidad a sus peores fantasmas.
Por desgracia, las cosas no son así sólo en algunos casos o en algunos lugares, y lo demuestra la situación del segundo partido español en el País Vasco y Navarra. Particularmente en la Comunidad Foral, ante el órdago independentista, la situación es muy arriesgada. La constitución de una coalición nacionalista vasca en Navarra, articulada en torno a Aralar, ha causado profunda inquietud entre dirigentes de la corriente crítica del PSN-PSOE, quienes aseguran que su aparición resta posibilidades a la recuperación electoral del partido. Se habría sacrificado, para ellos, lo realmente importante a las urgencias electorales.
Por la izquierda, Aralar atraerá a franjas de electores genéricamente progresistas, como ha sucedido ya con ERC en Cataluña. Por la derecha, no pocos electores moderados del PSOE votarán a UPN, ante el temor de un ascenso nacionalista en Navarra y el estancamiento de su tradicional partido al que no consideran, con su actual equipo dirigente, capacitado para afrontar el reto. Puede suceder también a nivel nacional. De esta forma, se cierran las posibilidades de recuperación electoral, pudiendo incluso disminuir su cosecha de votos. En Navarra como en el resto de España.
El PSOE ha elegido pactar con el diablo, porque desde 1996 se siente desnudo. En lugar de cumplir sus misiones constitucionales y esperar su legítimo turno democrático, ha buscado un atajo con los nacionalistas y los comunistas. En Cataluña se verá qué sucede; en Navarra se teme ya lo que va a suceder, de la mano de un político consumado como Zabaleta. En Ferraz deben sentarse a pensarlo bien antes de marzo.
Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.