Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
En marzo se decide si gobierna Rajoy con un proyecto nacional o la coalición Ibarretxe-Maragall con Zapatero y Llamazares de monaguillos. Hay un abismo antidemocrático ante nosotros.
Artur Mas acusa a ERC de haberse vendido al «españolismo socialista». ERC recela de sus socios de Gobierno, porque no todos son totalmente independentistas. Estos socios, entre los que están los comunistas, son ajenos a cualquier lealtad nacional española, pero acusan al Partido Popular de una supuesta «involución democrática». Y así, en la España de 2004, resulta que Pasqual Maragall ha venido a traer la discordia en todas las familias políticas, salvo, de momento, en el PP.
Naturalmente, creado el caos y rotas todas las certezas constitucionales, el siguiente objetivo de los autores del desorden es extender éste al PP, y para esto se confía en los resultados de las elecciones de marzo. Si el PP no vence con mayoría absoluta (lo que en nuestro sistema electoral es siempre problemático), Maragall y sus asociados esperan que el PP se divida de alguna manera, y que al menos en parte entre en el juego demencial de las reformas constitucionales y estatutarias abiertas a todos los vientos huracanados de la historia. De momento, Maragall se limita a refunfuñar entre sonrisas cómplices contra el «españolismo furioso de Aznar».
En palabras del mismo presidente de la Generalitat catalana … «el drama está servido». Drama bastante incomprensible y antidemocrático por lo demás, ya que ERC (como el PNV, representa en torno al 1% del electorado español, el PSOE e IU, aunque representen más, no tiene unas bases sociales y políticas especialmente independentistas (como puede verse por las continuas luchas intestinas). Pero drama, si se quiere, ya que de por medio hay muchos muertos ya causados por el nacionalismo -los de ETA- y en el horizonte no se sabe bien qué hay. Se sabe, sí, qué sucedió la última vez que el PSOE se dividió internamente, abandonó la moderación, se alió por un lado con los comunistas y pactó por otra con independentistas vascos y catalanes, incluyendo a ERC y al PNV. Fue en 1934 – 1936 y es de esperar hoy mayor cordura, en circunstancias afortunadamente muy diferentes.
Por desgracia, hay que plantearse seriamente cómo va a ser la política española si el PSOE renuncia a ser un gran partido nacional y se limita a ser la etiqueta común de distintas baronías regionales. En Italia hubo un gran partido socialista y ya no lo hay, en Francia el PSF es menor que los grupos maoístas o que la extrema derecha, así que la cosa no es inverosímil. De hecho, lo que se va a decidir en marzo de este año es si gobierna Mariano Rajoy con el proyecto nacional del PP o si gobierna la coalición Ibarretxe-Maragall con Zapatero de figurón y Llamazares de monaguillo. Hay un abismo antidemocrático ante el pueblo español.
Por Pascual Tamburri Bariain, 1 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.