Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
Si un español desea votar a un partido nacionalista lo hará sin miedo, y si desea oponerse a él no correrá el riesgo de votar al PSOE, que en esta materia no se sabe si sube o baja.
El próximo viernes 16 de enero el PSOE celebrará su Conferencia Política, en la que se aprobará su programa electoral. El documento de debate ya se ha ido conociendo en conferencias sectoriales, ruedas de prensa y filtraciones diversas, de tal manera que Zapatero no va a sorprender. De hecho, los sondeos -que en algunos casos prevén resultados peores que los de 2000- son pesimistas y no dan mucho espacio a la sorpresa.
Jesús Caldera, coordinador de la campaña socialista, ha marcado las metas electorales de su partido: dar cohesión a la «España plural», mejorar la calidad en los servicios públicos y situar a España en el núcleo directivo de la UE. Pueden compartirse, o no, los retos y metas definidos por los socialistas, pero sin duda son respetables y dignos de ser tenidos en consideración. Sucede sin embargo que el principal partido de la oposición no acierta a coordinar sus metas con sus políticas, y da una lamentable imagen de impotencia ante la opinión pública, cuando faltan semanas para las elecciones generales.
Sobre la «España plural», el PSOE ya ha dado muestras esquizofrenia, ya que la lealtad nacional y constitucional se atempera, en su caso, por la tentación de arrebatar espacios de poder al PP; y los españoles no terminan de entender de qué lealtad nacional se trata cuando Maragall gobierna en semejante coalición o cuando el PSOE se divide ante los planes del nacionalismo vasco secesionista. Así, la imagen que se corre el riesgo de tener en Europa es muy lamentable.
Los planes de Caldera y Zapatero no ponen, por sí mismos, en graves apuros a los candidatos del PP, ni siquiera en las regiones con más fuertes nacionalismos. Si un español desea votar a un partido nacionalista lo hará sin miedo, y si desea oponerse a él no correrá el riesgo de votar al PSOE, que en esta materia no se sabe si sube o baja. Pero la cosa no es de risa, si se piensa que, pese a todo, el PSOE tiene una opción de formar parte del Gobierno, ya que inevitablemente será como mínimo el segundo partido más votado el 14 de marzo de 2004. Y todo su bagaje de propuestas demagógicas, de retórica de café y de lugares comunes, en ese caso, llegaría a la Moncloa. Que Dios reparta suerte o, como dirá buena parte de la izquierda, «atención, que vienen los nuestros» .
Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.