Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
La intimidad personal no debe generar derechos políticos. Que una determinada orientación sexual genere poder político es una renuncia a la España moderna que Aznar ha tratado de construir.
El PP parece haber aceptado el reto del PSOE en materia de uniones civiles y nuevos modelos de sociedad. El gran partido de centro derecha, sin renunciar a su esencia reformista, conservadora, ética y tradicional, muestra signos de estar siendo tentado por las supuestas «bolsas de votos» entre «colectivos» que teóricamente hasta ahora no han apoyado a José María Aznar. Y hay quien espera que apoyen a Mariano Rajoy el 14 de marzo.
Siguiendo el ejemplo de Ruiz Gallardón, cada día se descubre en la calle Génova una «nueva frontera». Si el PSOE quiere ganar el voto homosexual, el PP intentará que no se le escape esta bolsa de votos. Eduardo Zaplana explicó, por ejemplo, que el Partido Popular regulará las uniones civiles entre homosexuales. Recordó que el compromiso del PP se adoptó durante el último Congreso Nacional de los populares en 2002. Seguramente los españoles habrán respirado aliviados al comprobar que este asunto, esencial para los intereses de los ciudadanos y de la nación, va a ser resuelto por Mariano Rajoy.
El error no es accidental, sino que está en la misma base. El PSOE, desde sus prejuicios progresistas, puede aceptar que existe un «voto homosexual», o un «voto toxicómano», y que los «colectivos» correspondientes tienen derechos y reivindicaciones de grupo. Pero el PP ¿puede rebajarse a esta mendicidad infame? Los españoles son ciudadanos libres, sus derechos están perfectamente garantizados, y uno de ellos es el derecho a su intimidad personal y familiar. Esa intimidad no debe generar ni derechos ni deberes políticos; y que una determinada orientación sexual genere poder político y concesiones políticas es una explícita renuncia a la España moderna que Aznar ha tratado de construir.
Además, descendiendo a la política práctica que tanto interesa a algunos, ¿estamos seguros de que estos gestos hueros van a reportar beneficios al PP de Rajoy? Gallardón no es un buen ejemplo, y realmente la mayoría de los homosexuales -que son ciudadanos libres de un país libre- ya votan al PP, como la mayoría de los españoles, por razones políticas e ideológicas, sin pensar en miopes intereses de supuesto lobby. Ni los gestos rosas, ni las narcosalas, han dado al PP madrileño más que problemas. A los ciudadanos, gastos y mal sabor de boca. A los académicos, quebraderos de cabeza, porque sea cual sea la opinión de Zaplana el matrimonio es una relación heterosexual abierta a la procreación, y el resto propaganda arcoirisada. El supuesto lobby homosexual es criatura de la izquierda, en efecto, pero no representa a los homosexuales, sino sólo a los homosexuales movilizados.
Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.