Tripartito catalán, la alternativa del diablo

Por Pascual Tamburri Bariain, 18 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

Zapatero, que sabe que en ningún caso va a vencer por sí mismo unas elecciones generales, tiene ante sí la misma tentación que Maragall, López y Lizarbe: ¿conservar la dignidad política o ceder al tentador abismo antiespañol?

Pocos días han bastado a los socios de gobierno en Cataluña para dar a conocer a la opinión pública española sus verdaderas intenciones. Pasqual Maragall ha agotado ya su recorrido político con la pírrica conquista de la presidencia de la Generalitat, y sólo consigue relevancia política, dentro y fuera de su partido, cabalgando el fantasma del nacionalismo. Un nacionalismo al que la izquierda, sin mensaje desde la derrota soviética, insiste en regalar el marchamo de progresista.

Maragall no gobierna en Cataluña; las gentes del PSOE catalán se limitan a gozar de los beneficios materiales del poder -algo que el socialismo español ha aprendido a hacer sin complejos- pero la política general de su Gobierno, y sus orientaciones estratégicas, son las marcadas por ERC. Una fuerza de izquierda -en buena medida marxista- e independentista, a la que se une, por si fuese poco, el reducido pelotón de náufragos de la Unión Soviética.

El ejemplo catalán se extiende por el socialismo español. En muchas Comunidades Autónomas, en muchos municipios, incluso en las miscas Cortes generales, existe la hipótesis de «gobiernos de progreso», en los que el PSOE pondría su peso electoral -de minoría mayoritaria- y los separatistas y comunistas aportarían los verdaderos programas de gobierno, bastante ajenos al socialismo democrático. Lo que ahora comienza a suceder en Cataluña viene larvándose también (con otros ritmos y modalidades) en Aragón, donde Marcelino Iglesias preside un Gobierno cuyas actuaciones son decididas por la Chunta Aragonesista y que acaba de declarar el catalán oficial en el viejo Reino.

El caso vasco y navarro es, en este sentido, especialmente sangrante, porque miles de vascos y navarros han puesto su esperanza de normalización democrática y de liberación en la unión de PP y PSOE contra la mentira y el terror nacionalista. Y precisamente en esas provincias el socialismo español duda ahora entre la camino difícil de la lealtad a sus propios electores y la vía más atractiva de volver a pactar con quien sólo desea la independencia.

Maragall es un anticipo de Patxi López, pero sobre todo lo es de José Luis Rodríquez Zapatero. Zapatero, que sabe que en ningún caso va a vencer por sí mismo unas elecciones generales, tiene ante sí la misma tentación que tuvo en su momento Maragall, y que están teniendo estos mismos días López y Lizarbe: ¿conservar la dignidad política o ceder al tentador abismo antiespañol? Hay quien llama a esto frente popular; pero las consecuencias últimas de tanta miopía exceden cualquier ejemplo histórico.

Por Pascual Tamburri Bariain, 18 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.