Inmigración: hechos contra ideologías

Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

Las consignas ideológicas, los prejuicios de la izquierda y del mal llamado progresismo son rechazados por los españoles. Y esto debe informar las futuras decisiones en materia de inmigración.

Un año más, los primeros inmigrantes contratados desde sus países de origen para participar en la campaña agrícola de las provincias de Huelva y Almería están comenzando a llegar desde la Europa Central y del Este. España, que durante algo más de un siglo ha exportado temporeros a Europa, ha reeditado la fórmula para combatir la ilegalidad y los vicios inherentes a la inmigración incontrolada que tantos males ha causado al campo español y a la seguridad ciudadana.

La cooperación entre la Administración española, las de los países afectados (fundamentalmente Polonia, Rumanía y Bulgaria) y las organizaciones empresariales del sector está dando ya los frutos que los ciudadanos han reclamado sin fruto durante bastantes años. La ilegalidad pudo convenir a algunos empresarios miopes y sin escrúpulos, pero no interesa a los verdaderos creadores de empleo y de riqueza, no conviene a los ciudadanos españoles de a pie, no está en el interés de España; y por supuesto tiene sus primeras víctimas en los propios inmigrantes, explotados, humillados y abocados a menudo al delito.

El proceso, liderado por Freshuelva y por Asaja, auspiciado por el partido popular desde el Gobierno, rebate con los hechos, desde la libertad plena del mercado, dos grandes mitos progresistas: la apertura total de fronteras («papeles para todos») y la total igualdad entre los inmigrantes («que vengan de donde quieran»). Puestos ante la oportunidad de elegir, los empresarios y ciudadanos españoles escogen la legalidad; pero, sobre todo, llaman al número de trabajadores que necesitan y obviamente prefieren ciudadanos de otros países europeos. Una familia de trabajadores polacos tiene más posibilidades de integrarse en España, en la vida española y en la cultura española, que una familia de trabajadores marroquíes.

Los políticos, de cualquier signo que sean, tendrán que sacar sus consecuencias de estas experiencias libres y democráticas. Las consignas ideológicas, los prejuicios de la izquierda y del mal llamado progresismo, en suma, son rechazados en este terreno por los españoles. Y esto debe informar las futuras decisiones en materia de inmigración.

Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.