Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
Una nueva legislatura popular debe corregir rumbo en algunos aspectos. Sin inventos demasiado artificiales, pues basta responder a lo que el pueblo quiere y espera de un gobierno del PP.
Porque sombras, haberlas, las ha habido, qué duda cabe. La perfección sólo existe, por debajo del Cielo, en la imaginación de los ilusos o en los deseos de los aduladores. Y el partido Popular no vive de ilusiones, y no debe aceptar las adulaciones. Lo bueno, para seguir siéndolo, para serlo realmente, es perfectible, debe adquirir conciencia de imperfección, porque sólo así puede evitar la rutina del incienso. Y si no, que lo pregunten a Felipe González, que aún viven embriagado de los aromas de un poder mal digerido y peor dirigido.
Si el centro derecha ha podido decepcionar a alguien ha sido precisamente a la propia derecha. Se da una curiosa coincidencia: nunca como ahora la derecha ha gobernado España con eficacia y democracia, y sin embargo nunca como antes ciertos valores propios del mundo popular desde sus orígenes han sido dejados en un segundo plano por el Gobierno. ¿Valores improponibles, impresentables, indeseables, franquistas o antidemocráticos? No; es más, precisamente valores radicalmente democráticos, como la defensa de la vida, el principio de subsidiariedad, la economía social de mercado, las identidades regionales como base de la identidad nacional, el patriotismo positivo. Principios, ideas y valores que son la base de la renovación aznarista, pero que a veces han quedado -para mal- demasiado ocultos en el trabajo cotidiano del Gobierno.
No es comprensible, por ejemplo, que Mariano Rajoy tenga que elevar hoy la bandera de la seguridad ciudadana, después de que torpemente lo haya intentado el PSOE. La seguridad no es obviamente un valor de la izquierda, ni del sedicente progresismo. Sin embargo, las necesidades del corto plazo -el ahorro- y los complejos estéticos -el pavor a parecer lo que se es- han hecho que se gaste en seguridad, y en defensa, menos de lo necesario, a lo que se ve.
De los errores se aprende. Y si por no responder a los valores propios hay que rectificar, es tiempo de hacerlo. Una nueva legislatura popular, y tanto más si es con mayoría suficiente, debe corregir rumbo en algunos aspectos. Sin inventos demasiado artificiales, pues basta responder a lo que el pueblo quiere y espera de un gobierno del PP.
Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.