Energía: ¿una cuestión de opiniones?

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

El verdadero ecologismo español, que conoce y ama los campos, mares, ríos y montañas, y que frecuentemente vive allí, no va a votar a Zapatero. Se admiten apuestas.

El PSOE ha descubierto los deliciosos placeres del ecologismo pancartero. No se sabe muy bien con qué cálculos electorales, ni con qué encuestas, José Luis Rodríguez Zapatero ha asumido una serie de compromisos con una parte del movimiento ecologista, para el hipotético caso de un Gobierno socialista. Ecosocialista, habría que decir; o por mayor precisión eco – socialista – nacionalista – comunista, dados los compromisos de distinto tipo que en distintos lugares y momentos los españoles hemos ido conociendo.

Nada de todo esto es ilegítimo, ni inmoral. Es incluso muy adecuado que los diferentes candidatos de las próximas elecciones hagan saber, antes de las mismas, con quién van a gobernar, y qué van a hacer en ese caso. Lo contrario sería profundamente contrario a la democracia real, como lo sería prometer una cosa antes de las elecciones y hacer la contraria después de las mismas.

No obstante, sorprende en el PSOE una alianza tan explícita con un sector del ecologismo -cuya entidad real se ignora- y un programa tan radical como el propuesto, dado el coste incalculable de la desnuclearización de España y de la reconversión a las energías renovables. Y los temas políticos de fondo quedan abiertos: ¿existe un «voto verde» digno de mención en España? y ¿estas promesas de Zapatero responden a las necesidades ecológicas de España?

Lo primero es muy discutible. Hay muchos españoles con una sensibilidad creciente por los temas medioambientales, pero esa sensibilidad no está formada, o, mejor dicho, está mal formada. El ecologismo urbanita, televisivo, de picnic y maceta, es poco más que una declaración de buenas intenciones, progres y desencaminadas. No hay límites entre ese ecologismo, el movimiento gay, los «no-global», los okupas y, en suma, toda la izquierda callejera. Izquierda que, en cuanto a ecología, contamina por encima de la media, ya que tiene un estilo de vida urbano. Y el verdadero ecologismo español, que sí conoce y ama los campos, mares, ríos y montañas, y que frecuentemente vive allí, no va a votar a Zapatero. Se admiten apuestas.

Lo segundo es improbable. La energía nuclear, por ejemplo, tiene muy mala prensa, pero es objetivamente la más eficaz, barata y limpia de las que hoy se controlan con grandes capacidades de generación. Un solo problema real, los residuos, que se pueden controlar a la espera de la fusión en frío que Zapatero no quiso en Tarragona. Un problema de imagen. Pero en esto, como en todo, una cosa es predicar y otra dar trigo. ¿Qué Comunidad Autónoma va a alcanzar la autosuficiencia energética en 2005, sólo con energías renovables? Navarra. ¿Gobierna allí el PSOE de Zapatero? Ni en sueños.

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de enero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.