Centro derecha social y popular

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

5 de febrero. Mariano Rajoy no es José María Aznar, y las consecuencias de este hecho que aún no se termina de asumir se irán viendo en los próximos años. Tantos como ocho, según ha anunciado el principal interesado y según parece dispuesto a facilitar el PSOE. Sin embargo, el Partido Popular, con su contenido y su proyecto, sigue siendo el mismo, y aunque cambie el hombre y el estilo habrá unas grandes líneas maestras que harán perfectamente reconocible la era Rajoy -siempre que las urnas lo permitan, que no está todo ganado por más que lo parezca.

El proyecto popular tiene una identidad, y pese a su evidente y creciente éxito electoral no es sólo una fórmula apta para captar votos. Por su naturaleza, el centro derecha que representa el PP -por torpe e imprecisa que resulte la expresión- es transversal, interclasista y nacional. No encarna los intereses de una oligarquía o de una clase, ni los de una región o una parte de España, ni los de un puñado de dirigentes. El PP tiene la enorme virtud de aspirar a servir los intereses generales del país, y esto no es mérito de nadie en particular, sino de la fórmula, de la idea, y de los valores que subyacen a una y otra.

Que el PP sea «popular», y que tenga su mayor vigor electoral precisamente entre los trabajadores, los empleados y las clases medias, llena de desesperación a los planificadores electorales de la oposición. Pero es lógico que así sea, porque el reformismo social, la aspiración a la justicia social, a la mejora de las condiciones de vida y de la dignidad de las personas, no es propia de la izquierda, sino que, históricamente y por razones ideológicas, ha sido ajena a la izquierda fanatizada y propia de la derecha realista y de raíz humanista cristiana.

Que el PP sea el mejor garante -y hoy, por desgracia, tal vez el único garante- de los intereses nacionales tampoco es casualidad. Cuando la izquierda pensaba en internacionalismos, la derecha se preocupaba por el país, por su identidad y por su porvenir. Hoy, cuando parte de la izquierda se define como alérgica al patriotismo, el sentido común del PP hace aún más atractivas sus propuestas de siempre y sus principios fundacionales.

Mariano Rajoy hereda un país que funciona y un partido en marcha; buena parte del mérito corresponde a su predecesor Aznar. Pero que nunca se olvide la importancia de la lealtad a sí mismo. Siendo él mismo, el PP ha llegado donde ha llegado; no dejando de serlo, ha mostrado una eficacia sin precedentes en nuestra democracia. La UCD ya mostró los problemas de renunciar a una identidad propia. Y cara al futuro, el PP seguirá cosechando éxitos con su identidad popular, social, democrática y patriótica. Una acertada conjunción de valores que el pueblo español aprecia más que el caos socialista.

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.