Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
6 de febrero. Cuando, en la primera legislatura popular, Jaime Mayor Oreja se esforzaba en hacernos comprender que el nacionalismo estaba utilizando la tregua de ETA para lograr sus objetivos, muchas personas de buena voluntad lo tacharon de radical o de exagerado. Sin embargo, cuando se demostró que, en efecto, el independentismo había encontrado la manera de hacer de la necesidad virtud, y de capitalizar la debilidad de ETA como camino hacia un triunfo político, toda España terminó por admitir que se había tratado de una tregua-trampa.
Trampa, sin duda, porque un bien aparente -el fin temporal de los crímenes- envolvía un mal absoluto, como era el reconocimiento de la admisibilidad de los objetivos políticos que ETA compartía con el nacionalismo. Se trataba de aprovechar los buenos sentimientos de la sociedad para violentar la voluntad democrática, para romper la legalidad y las instituciones y para, en suma, destruir España.
Lo que fracasó al fracasar la tregua de Estella fue un intento; pero el nacionalismo sigue embarcado en esa misma línea de acción que hoy se recoge en el plan de Ibarretxe. Y las advertencias que Mayor Oreja hizo en su momento para la tregua trampa siguen valiendo para muchas otras manifestaciones tramposas del activismo independentista en nuestra sociedad.
Una de ellas es su participación en el movimiento pacifista. ¿Qué palabra hay hoy más sagrada y respetada que la Paz? Bajo las alas de la paz, que no es sino el sano deseo del pueblo de que cese la violencia ilegítima nacionalista, crece el separatismo. Elkarri y en cierta medida gesto por la paz de Euskalherria son organizaciones pacifistas. ¿Pacifistas? Enarbolan el pacifismo como vehículo para la conquista de victorias políticas nacionalistas. Colocan a las víctimas al mismo nivel que sus verdugos nacionalistas. Y creen que la «paz» puede ser identificada con la ausencia de violencia etarra a cualquier precio. ¿Qué precio? El que marque el mismo nacionalismo. Es el pacifismo-trampa, un excelente instrumento de Ibarretxe y de sus aliados en el engaño y la corrupción de la sociedad.
Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.