Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
La selección por calidad, que se rechaza por el PSOE, se ve sustituida por la selección económica. En cambio, el PP defiende los intereses de los españoles de a pie.
16 de febrero. Si se atienden los argumentos de la oposición, España es un país cuyo sistema educativo entró en crisis hace ocho años después de haber vivido una década de esplendor incomparable. La Formación Profesional de 1996 era mejor que la actual; las salidas profesionales de los titulados eran mejores; la salud de la Universidad, tanto en la formación como en la selección del profesorado, era mejor; había más y mejores escuelas infantiles y primarias; el profesorado era más feliz y más respetado; y la diversidad del alumnado era mejor atendida.
Si alguien lo duda, debe escuchar atentamente a José Luis Rodríguez Zapatero y a Carme Chacón. Para ellos, en particular, la Enseñanza Secundaria vivió momentos de esplendor con la LOGSE y sufre ahora una regresión autoritaria con la Ley de Calidad. Atender la diversidad de capacidades y de intereses, y mantener el orden y la disciplina en las aulas, son formas de discriminación y de injusticia para el PSOE, que sostiene abiertamente la igualdad absoluta entre todos los educandos y el imprescriptible derecho de todo alumno de cursar estudios superiores. Quiera o no quiera, pueda o no pueda, porque la calidad no debe ocultar la igualdad.
El discurso del PSOE es brutalmente igualitario en apariencia. Sin embargo, entre tanta retórica huera, favorece las peores formas de elitismo. Ya se experimentó en los inicios de la LOGSE, y aun de la LODE socialista: la pérdida de calidad y de distinción en el sistema educativo público es padecida por quienes hacen uso de él; si los Institutos no garantizan la formación adecuada, las familias que pueden buscan una solución en colegios privados, que no todos pueden pagar.
Y la selección por calidad, que se rechaza en nombre de los prejuicios «progres» de la parte menos alfabetizada del PSOE, se ve sustituida -gran paradoja- por la selección económica. Curiosamente, es el PP quien defiende los intereses de los españoles de a pie, de las clases medias y bajas que no tienen más opción que la enseñanza pública, y es la izquierda la que favorece la enseñanza privada. ¿Se recuerda, en los entornos familiares de los ministros Maravall y Solana -prudentemente en silencio ante la que está cayendo-, cuántos alumnos del sistema educativo público ha habido?
Pero ya se conoce la solución de todos los males, la piedra filosofal, la base segura de un nuevo Renacimiento español: «más educación física y menos religión». Tal vez sea conveniente informar a los redactores de discursos de Ferraz de que los tiempos de José Antonio Elola Olaso y Leopoldo Eijo y Garay, en los que una frase así podría haber tenido sentido, son sólo historia. Los nostálgicos están ontológicamente incapacitados para gobernar un país proyectado hacia el futuro.
Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.