Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
28 de febrero. En la presentación del penúltimo de sus libros, el diputado navarro Jaime Ignacio del Burgo recordó una vieja distinción -en el fondo tomista, pero es lo de menos en este caso- entre los conocedores de una determinada realidad y los defensores de la misma. Para él, de definitiva, y en buena lógica, no es lo mismo un foralista -un estudioso y conocedor de la vieja identidad jurídica de Navarra- que un fuerista -un defensor en el tiempo presente de esa identidad. Ambas circunstancias pueden coincidir o no en la misma persona, y el asunto tiene más relevancia que la aparente para el destino inmediato de Navarra. Y de España.
La identificación entra Navarra y sus fueros es casi automática. Y así como en el pasado no hubo una coincidencia perfecta entre los bandos políticos y la defensa de la foralidad -porque pese a la opinión más común, ni todo el carlismo fue siempre fuerista ni todo el liberalismo fue siempre antifuerista-, tampoco hoy la defensa más o menos sincera de la norma foral se superpone a los bandos políticos enfrentados. El centro derecha, por supuesto, sí es y se reconoce fuerista y navarrista, aunque sea con diferentes matices. Pocos creen en la uniforme sinceridad del fuerismo de la izquierda internacionalista, en cambio, que siempre ha recelado de todas las identidades colectivas, y tanto más de las ligadas al ser nacional español. Y por supuesto, el nacionalismo vasco, sin ningún pudor, se dice fuerista aunque el fuero sea, desde su primera frase, un canto a la hispanidad de esta tierra y de sus gentes.
El gran problema del fuerismo en el siglo XXI no es ni su encaje en el régimen constitucional ni su defensa y mejora, ampliamente logrados. El problema es, precisamente, que una lectura interesada, sesgada o deshonestamente arcaizante trata de convertir el fuero navarro en bandera del nacionalismo, en nombre de los derechos históricos que el nacionalismo inventó, impuso y sigue manipulando. ¿Por los fueros hacia la independencia? Hay quien lo afirma, y no siempre hay quien lo niegue. Afortunadamente el fuero tiene suficientes foralistas, y en su historia y su naturaleza se halla la respuesta. La tierra navarra y el pueblo navarro, antes de tener este nombre y esta identidad colectiva, fueron España y son España. Navarra no es España por libre decisión o por imposición: lo es por esencia, de manera consustancial. Sin la existencia de este viejo sujeto histórico, la España europea, occidental, romana, germana, cristiana y reconquistadora, nunca habría habido reino de Pamplona, nunca habría habido Navarra y nunca habría podido producirse la unión histórica de Navarra y de su foralidad. El fuerismo navarro del siglo XXI puede y debe dejar a un lado la retórica decimonónica y los debates decimonónicos, que interesan sólo a los reaccionarios nacionalistas vascos. De cara al siglo XXI interesa sólo saber que Navarra y sus fueros tienen un solo origen, un solo destino y una sola sumisión: España.
Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de febrero de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.