Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
Piqué no trabaja ahora para el 14 de marzo, sino para más allá. No obstante, los populares esperan atisbos positivos de su proyecto ya en esta decisiva cita electoral.
4 de marzo. Según las encuestas, si alguien es capaz de creer todas las encuestas que circulan, las elecciones del 14 de marzo van a decidirse por un puñado de votos, y además votos concentrados en unas cuantas circunscripciones clave. De Madrid, Valencia, Andalucía y Cataluña -las más populosas- depende si el Partido Popular renueva o no su mayoría absoluta. Lo que es más, dado el tono del debate electoral: depende si España mantiene o no su actual modelo de unidad y prosperidad.
Pero el punto clave es Cataluña. Lo es por tres razones muy sensibles. Ante todo, porque tradicionalmente ha sido una región donde el PSOE ha tenido resultados comparativamente buenos y el PP objetivamente malos, ya que los votantes de centro derecha votaban en clave regionalista. Después, porque ha sido el centro del debate, gracias a las amistades etarras de Carod-Rovira, que se presenta ahora en coalición con Zapatero al Senado. Y finalmente, porque allí Josep Piqué está inmerso en una apasionante apuesta política, cuyos frutos no se esperan ahora, pero que puede empezar a tener consecuencias.
Piqué sabe que el PP necesita una mejora estructural de su electorado catalán, porque así lo exige su condición de partido nacional. Y las circunstancias favorecen a medio plazo este cambio, ya que la salida de Pujol de la escena y la salida de CiU del poder autonómico, junto al ascenso del independentismo republicano, ponen a los votantes y cuadros medios catalanistas en una tesitura complicada.
Si el Partido Popular sabe seguir diciendo lo mismo en cada rincón de España, pero si al mismo tiempo sabe ser sensible a las identidades regionales -que son parte de la identidad española-; si sabe hallar un camino para dar cobijo institucional y electoral a todos los catalanistas que no son independentistas y que, en el fondo, desean como Francesc Cambó una Cataluña grande en una España grande, entonces no sólo se habrán puesto los cimientos de una victoria popular el 14 de marzo, sino que habrá muchas cosas de las hoy discutidas que habrán quedado aseguradas.
Piqué no trabaja ahora para el 14 de marzo, sino para más allá. No obstante, los socialistas temen y los populares esperan atisbos positivos de su proyecto ya en esta decisiva cita electoral.
Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.