Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
10 de marzo. La vida pública hace extraños compañeros de camino, hace surgir afinidades y amistades donde no parecían posibles, y crean vínculos entre personas con orígenes y planteamientos muy diferentes. En especial en el País Vasco y Navarra, donde un único tema articula todo el debate político, en los dos bloques enfrentados, y cada vez más alejados, hay presencias sorprendentes, y en lógica consecuencia contradicciones notables.
Pongamos un ejemplo positivo, de simpática afinidad en el campo evidentemente entregado al error y al terror nacionalista. Dice José Antonio Urbiola, presidente del pequeño PNV en Navarra, que la propuesta anti nacionalista es «una versión bobalicona de un internacionalismo de ciudadanos del mundo con capital en Madrid». Y aunque seguramente no tiene razón en definir así a los adversarios de su partido, sí resulta grato comprobar que es sincero en su nacionalismo: no es uno de esos muy abundantes enemigos de España aun a precio de destruir cualquier identidad colectiva, sino que cree seriamente que su nación está amenazada por un internacionalismo travestido de nacionalismo español. Un patriota español obviamente no compartirá jamás sus ideas, pero podrá defender su nación (ésa sí, realmente existente) con argumentos similares.
Si algún día Urbiola y los suyos son ganados para España, serán gentes dignas de todo respeto. No lo serán mientras digan simplezas como que «Euskadi será libre cuando Navarra sea libre, y con Nafarroa Bai sí que será libre». Una cuestión de ideas, pero no de valores o de convicciones.
Son mucho más compartibles, en principio, las claras tomas de postura contra el nacionalismo de muchos hombres y mujeres valientes, especialmente en los últimos años, cuando las cosas se han hecho mucho más fáciles. Es admirable, por ejemplo, que un hombre como José María Calleja, salido de ETB, colabore tan eficazmente contra la mentira nacionalista en Libertad Ya o en Basta Ya. El nacionalismo vasco es mentira, y esto une a personas muy dispares. No obstante, esto no hace a todos iguales. El reciente artículo de Calleja «Padres, Madres, Gays, Lesbianas» será grato para muchos oídos progres a uno y otro lado de la barricada alzada por los herederos de Arana, pero no es lo mejor que ha salido de su pluma.
Lo peor de participar en una confrontación civil es que uno elige sus adversarios, pero no siempre puede influir en las ideas de sus aliados. Y lo verdaderamente angustioso es que se puede estar defendiendo una postura política junto a personas con principios morales radicalmente distintos de los propios. Eso sin contar con la posibilidad de que haya defensores de posturas correctas por caminos y razones esencialmente equivocados o contraproducentes (como sería la lucha antinacionalista en nombre del indiferentismo absoluto, del individualismo absoluto, del materialismo absoluto o del hedonismo absoluto), y viceversa. La única solución pensable es una intensa catarsis para nuestra sociedad, que antes o después veremos llegar.
Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.