Por Pascual Tamburri Bariain, 11 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
11 de marzo. ETA ha logrado el sangriento y macabro objetivo que venía intentando desde hace tiempo. Su atentado de Madrid será recordado en la historia de España como el más sangriento, la primera transposición a la banda nacionalista de la técnica chechena. Pero la fecha será recordada por sus consecuencias: pocos dudan que nada debe volver a ser igual después de este aldabonazo a la conciencia y al patriotismo de todos.
ETA no es un conjunto de dementes ajenos a la realidad, sólo por hipocresía un Ibarretxe puede ahora llamarlos «alimañas» mientras llora lágrimas de cocodrilo. ETA es un grupo asesino que forma parte de un movimiento político, social y cultural cuya meta es la ruptura de la unidad española. El nacionalismo vasco es la raíz y el hogar de ETA; también es su referente político, con alianzas y apoyos firmemente establecidos desde el parlamento de Vitoria hasta tantos Ayuntamientos. La sangre derramada en Madrid cae, sí, sobre ETA-Batasuna. Pero también sobre el nacionalismo que comparte mesa con ETA, que legitima los objetivos de ETA y acoge a sus pistoleros, después de haberlos educado en sus ikastolas y de haberlos amamantado en sus gaztetxes. Si el nacionalismo no quiere compartir la suerte de ETA debe romper todo contacto con ETA-Batasuna, en medios y en fines. No hay lugar en una España libre para más ficciones.
No se trata sólo del separatismo vasco, y no sólo de los nacionalismos periféricos. La disposición al diálogo y a la transigencia con el nacionalismo de parte de la izquierda está en la raíz de la crisis política que vive España, y de esta masacre en consecuencia. IU es favorable a la autodeterminación, es contraria a la ilegalización de ETA-Batasuna y gobierna con el PNV y EA. José Luis Rodríguez Zapatero es el candidato a la Moncloa del PSOE, pero también del PNV, de IU, de EA, de Batzarre, de Carod (sus amigos ya han mirado el mapa), de Aralar, de Patxi Zabaleta y de Nafarroa Bai. Sus silencios, sus ambigüedades y sus alianzas le han convertido en el candidato preferido por ETA, ya que los planes de Ibarretxe y Vergara, imposibles con Aznar y Rajoy, serían posibles con el Zapatero que hemos visto.
Toca hoy por desgracia contar y llorar a los muertos. Dentro de unas horas, con una asistencia masiva a las manifestaciones populares, será el momento de señalar que ETA es un tumor, y que el nacionalismo mentiroso y criminal es su causa. Y el domingo, sin miedo y sin silencios cómplices, tocará dar en las urnas la primera y mejor respuesta a los enemigos de España.
Por Pascual Tamburri Bariain, 11 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.