Por Pascual Tamburri Bariain, 19 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
19 de marzo. Zapatero no ha vencido en Navarra, y el separatismo tampoco. Sin embargo, la situación de la Comunidad Foral es hoy preocupante, no tanto en lo político -el gobierno popular de UPN es sólido y trabaja bien- cuanto en lo institucional: la izquierda tiene la evidente tentación de aliarse con los nacionalistas para obtener parcelas de poder, poniendo en discusión cosas que no deben ponerse en tela de juicio.
Con la salvedad del anormal crecimiento del PSOE (fruto de la campaña mediática que ha dado la victoria general a Zapatero), se han demostrado esencialmente válidas las previsiones publicadas por diversos autores en Elsemanaldigital.com, advirtiendo tanto contra los planes del nacionalismo, como acerca de las tendencias nacionalistas en el PSN y del peligro del triunfalismo en UPN. Esto quiere decir, por otro lado, que los resultados no tan positivos como cabía esperar para UPN no se deben sólo a la coyuntura terrorista: hay algunos problemas de fondo.
En Navarra UPN sigue siendo la fuerza más votada, y se queda en el entorno de los 125.000 votos, con el PSOE a unos 12.000 de distancia y los mismos dos diputados. Pero irrumpe Nafarroa Bai, con un escaño y más de 60.000 votos. De no haber sido por los atentados, el PSOE tendría bastantes menos, y Nafarroa Bai estaría más cerca de ser la segunda fuerza. En Navarra, si se recuerdan los 15.000 votos nulos de Batasuna, hay un mínimo de 75.000 votos separatistas, a los que hay que añadir la parte correspondiente de abstenciones y de voto izquierdista (PSOE y sobre todo IU) proclive al separatismo). Un techo electoral máximo, por ahora, cifrable en 90.000.
Si estos resultados se repitiesen en unas elecciones forales -cosa muy improbable-, UPN perdería el Gobierno de Navarra y el de muchos Ayuntamientos -Pamplona incluida-. Sería el poder para el PSOE en coalición con los nacionalistas, con las condiciones de éstos. Un desastre nacional con causas regionales y locales.
En efecto, la calle está en manos de la izquierda y de los nacionalistas, que, como se ha visto, comparten objetivos y colaboran sin problemas. UPN no está suficientemente en las calles, no hay capacidad de agitación y de movilización popular. Esto ha sido decisivo en los resultados electorales, como los nuevos medios de comunicación.
En el conjunto de España, estas elecciones no se han perdido en el «centro» ideológico, y el retorceso electoral navarro tampoco viene por esa vía. Aparte del avance socialista entre la abstención y de la vuelta de los votos «prestados» a UPN, UPN ha retrocedido por el desánimo de votantes propios, de los más leales a veces, y por evidentes lagunas en la implantación por edades (los jóvenes) y por comarcas (estructura densa sólo en algunos lugares). Lo perdido no se recuperará fácilmente con un maquillaje (ciertamente no en España, pero concretamente tampoco en Navarra), sino con un trabajo serio a esos niveles, en competencia directa mucho más con los nacionalistas (movilizados totalitariamente) que con los socialistas (movilizados coyunturalmente).
La juventud -en especial los más jóvenes- no ha votado a UPN ni se ha movilizado por UPN como se esperaba. Los más jóvenes simpatizantes navarristas o españolistas no se han movilizado, no han encontrado atractiva ni la acción juvenil de UPN-JJNN ni sus propuestas ni su mensaje. Y menos en la crisis final de la campaña. Ha sido más atractivo, en cambio, el mensaje de movilización y lucha del rival. Lo que es más preocupante: la incompetencia organizativa de las juventudes socialistas moderadas ha convertido a toda la extrema izquierda juvenil y abertzale en agentes electorales de Zapatero. Pamplona recordaba en la jornada de reflexión los peores momentos de los años 70. Y sin respuesta democrática.
No hay que olvidar que los planes separatistas son posibles. Nadie se opone a ellos en la calle. La oposición social y cultural es escasa, dispersa y débil. No hay oposición juvenil. Y la izquierda está dispuesta a aceptar esto de muy buen grado. Para ellos, «España es de derechas». La izquierda, además de aceptar ese riesgo, va a gobernar desde el principio con su programa y sus valores: la educación, el derecho a la vida, la seguridad, las drogas y la economía se verán afectados desde el primer día.
El PP ha perdido y UPN ha retrocedido porque no ha sabido gestionar su imagen, porque ha dejado en manos de la izquierda la cultura, porque ha dejado en manos de sus enemigos la juventud. Y esos son los campos en los que el trabajo debe ser intenso, y debe ser diferente a todo lo visto hasta ahora. La juventud no quiere cifras macroeconómicas, y no se moviliza por porcentajes. El rival muestra cómo la juventud de 2004 puede salir a la calle y convertirse en un factor decisivo de la vida política. Para que UPN disponga aún más de esa capacidad, es preciso estimular la militancia juvenil, sin comodidades y sin beneficios, pero con idealismo y con ilusión. Debe verse en las calles, en los centros educativos y en el ocio una juventud que no se avergüence de defender.
Todo está en riesgo, y es preferible enmendar un rumbo parcialmente mejorable antes de que lo esencial -la unidad nacional y la libertad de los españoles- deje de tener la defensa que hoy tiene. Es preferible reconocer las debilidades que existen que tener que lamentarlas en breve. El rival, que sí tiene una total coherencia ideológica y operativa, no va a perdonar al centro derecha españolista la inacción ni los temores.
Por Pascual Tamburri Bariain, 19 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.