Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
22 de marzo. José Luis Rodríguez Zapatero ha adoptado ya la pose de hombre de Estado: habla de España, del interés general y de proyectos a largo plazo; presume de las llamadas que recibe de estadistas extranjeros. Es novato en estas lides, como todos por cierto lo han sido. Tiene que aprender naturalmente, y hacerlo lo más rápidamente posible.
Porque en el cargo que va a ocupar no hay lugar a demasiados errores: los interlocutores son avezados comensales, y no dejarán sobre la mesa nada que un representante español en cualquier foro internacional olvide llevarse. Con evidente perjuicio para todos los españoles, claro es.
Antes de estrenarse en política nacional, Zapatero va a tener oportunidad de demostrar qué vale fuera de nuestras fronteras. Tiene ante sí momentos decisivos respecto a la Constitución Europea, a la ampliación de la UE, a los fondos europeos, y todo esto en esa Europa que dice tener como escenario privilegiado, y justo antes de unas elecciones europeas en junio. Además, tiene en sus manos la patata caliente de Irak, donde sus promesas electorales se enfrentan con la realidad del mundo en 2004, y donde un abandono sin más tendría seguras repercusiones negativas para España, con muy dudosos beneficios.
No es poco, para empezar. Hay que confiar en su equipo para la política interior, porque además el futuro presidente ha prometido que su primer viaje de Estado va a ser a Marruecos, el país de donde salieron algunos de los terroristas del 11 M, un país que no oculta su satisfacción por el reblandecimiento francófilo de la política española, y en definitiva por la salida de Aznar. En Rabat, hoy por hoy, no se duda de qué habría pasado con Perejil si en vez de Aznar se hubiesen enfrentado a Zapatero.
Zapatero va a pasar un mes en avión, en nombre de España. Su primer mes de poder va a dedicarse, necesariamente, a la política exterior, y esa política va a ser juzgada por los electores antes del verano. Aquí se va a demostrar la talla real de cada uno.
Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.