Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
ETA vuelve a ser un actor determinante de la vida pública española. La banda terrorista se prepara a un escenario político que percibe como mucho más favorable para sus planes.
23 de marzo. España dista aún mucho de haber recibido una explicación completa y satisfactoria de lo sucedido entre el 11 de marzo, con la masacre de Madrid, y el 14 del mismo mes, con la confirmación de la victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero. Ni el PSOE con toda su influencia ni el grupo PRISA con toda su indisimulada prepotencia pueden hurtar a los españoles la verdad, que terminará sabiéndose, y que ya hoy tiene tres anuncios preocupantes: hay en las calles de España un odio y una pesadumbre inusitados; hay o ha habido en los despachos oficiales un miedo al futuro propio de otros tiempos; y hay en ETA una satisfacción por lo sucedido que se corresponde mal con los golpes que el PP le ha asestado desde el Gobierno.
ETA vuelve a ser un actor determinante de la vida pública española, y esto independientemente de su grado de participación en la masacre de Madrid, si hubo tal participación. El terror es uno y único, aunque algunos aprendices de brujo pretendan otra cosa, y dos centenares de muertos no pueden ser objeto de engaño o de manipulación. Sin embargo, ETA ha recibido en estas semanas una legitimación indirecta por parte de la izquierda (como si sus diez centenares de asesinados confirmados valiesen menos o doliesen menos), y la banda nacionalista se prepara a un escenario político que percibe como mucho más favorable.
Más favorable, sobre todo, porque la izquierda no tiene una disposición negativa a cualquier reforma constitucional, y sobre todo no está en posición política ni moral de impedir de hecho el camino hacia la independencia. ETA, como Ibarretxe y como Carod-Rovira, ha participado en la creación del clima irrespirable que sumió el país en la confusión y llevó a Zapatero a la victoria. Ellos hicieron posible la derrota del PP, y ahora van a exigir su libra de carne.
ETA va a declarar, antes o después, una tregua, y esa tregua va a tener un precio político. El Gobierno que forme Zapatero, en el mejor de los casos, se dividirá ante la propuesta de una negociación, ya que -se pensará- el nacionalismo también tuvo su parte en la derrota del aznarismo. Será una reedición actualizada del mito antifranquista, que tanto daño ha hecho a la democracia española. La satisfacción de ETA, hoy, es el anuncio de la vigencia de sus planes, y en definitiva una pésima noticia para todos.
Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.