Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
En las tres provincias vascas, extrapolando resultados, podría haber un Gobierno no nacionalista. Estaría en manos de socialistas y populares hacer lo que antes no se pudo.
30 de marzo. Hace apenas tres años el gran debate nacional, y la gran esperanza de muchos vascos, se cifraba en la posibilidad de que los partidos políticos contrarios a la ruptura de España lograsen una mayoría parlamentaria en el País Vasco. Jaime Mayor Oreja, por un lado, y Nicolás Redondo Terreros, por otro, encarnaron entonces una posibilidad de regeneración de las libertades y de la convivencia. El nacionalismo empleó a fondo todos sus medios, y logró impedir que aquella ilusión cuajase. Hace sólo tres años.
En medio de las confusas elecciones del pasado día 14 de marzo un dato muy significativo ha pasado sin mayores comentarios por los medios de comunicación, incluso por aquellos que no se adhieren al régimen preconizado por el «poder fáctico claramente reconocible» al que José María Aznar ha hecho referencia. En las tres provincias vascas, por primera vez desde UCD, si se extrapolasen los resultados de las elecciones generales, podría haber un Gobierno no nacionalista. Estaría en manos de socialistas y de populares hacer lo que antes no se pudo hacer.
Realmente, la situación política en el conjunto de España ha cambiado mucho desde entonces, como ha cambiado por ejemplo la actitud del propio José Luis Rodríguez Zapatero. Pero en el País Vasco las cosas no han cambiado, si no es a peor: la mitad de los vascos sigue viviendo sin libertad y con miedo, la sociedad es cautiva de un poder totalitario y tentacular, la Administración autonómica no es imparcial en los grandes debates, y el nacionalismo avanza, por todos los medios, hacia la secesión. Las razones que llevaron a la generosa concordia entre Mayor Oreja y Redondo Terreros no han hecho más que reforzarse. Y además, ahora, todo podría hacerse realidad.
Pero algo ha cambiado. El nacionalismo ha sufrido, es cierto, un «sorpasso», y carece de su antes legal apoyo batasuno. Pero el PSOE, antes volcado en la causa de España y de la libertad, ha cambiado. Ha cambiado el PSOE vasco, lamentablemente escindido en al menos siete corrientes reconocibles, algunas de las cuales coquetean con el independentismo y el autodeterminismo en vez de recordar los viejos principios. Ha cambiado, también, el PSOE de Madrid, preocupado ahora más por juegos de poder y por las posibles contrapartidas del PNV. En 2005 hay unas elecciones autonómicas que Ibarretxe ha definido como decisivas. Zapatero deberá elegir prioridades.
Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.