¿En vísperas de una involución educativa?

Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

31 de marzo. Cuando, el ya lejano 10 de mayo de 1996, el Real Decreto 884/1996 dispuso el cese de don Álvaro Marchesi Ullastres como Secretario de Estado de Educación una era terminaba para la escuela española. Álvaro Marchesi, catedrático de Psicología Evolutiva en Madrid, es un desconocido para el gran público. Sin embargo, durante la anterior etapa de gobierno izquierdista ocupó relevantes cargos políticos en el Ministerio de Educación. Como director general de Renovación Pedagógica tuvo un papel protagonista en el diseño y la aplicación de la LOGSE.

Marchesi, tanto en sus publicaciones como en su quehacer político, imprimió su sello en los aspectos más llamativos de aquella Ley: de él o de su entorno científico y político proceden muchas de las teorías y de las prácticas más criticadas de la reforma educativa del PSOE, incluyendo por ejemplo la promoción automática (el alumno, incluso suspendiendo, pasa de curso), la integración en la misma aula de alumnos con diferentes niveles y capacidades, la relajación del orden y de la disciplina en los centros y en las aulas, o la minusvaloración del mérito y del esfuerzo como valores.

La LOGSE fue una reforma educativa profundamente ideologizada, y en definitiva profundamente fracasada por sus mismos resultados. Sólo desde presupuestos de estricta fidelidad partidista puede sostenerse que aquel experimento redundase en beneficio de la juventud española y de España en su conjunto: cualquier miembro objetivo de la comunidad educativa puede dar fe tanto de ese fracaso como de la necesidad de las medidas correctoras que, en parte y tímidamente, introdujeron la Ley de Calidad y la nueva Formación Profesional.

¿Vuelve el pasado? Independientemente de los nombres y de los cargos algunos políticos tienen en Madrid la tentación de aprovechar esta excepcional coyuntura para imponer de nuevo todo lo que Marchesi representó en su momento. En nombre de un progresismo social muy mal entendido, hay un criterio ideológico favorable a una involución educativa que devuelva a España a la situación anterior a 1996, aun cuando se ha demostrado sobradamente que la LOGSE fue un fracaso con muchas víctimas.

En todo caso, si esa reforma reaccionaria de la educación española contase con los necesarios avales parlamentarios no cabría discutir su legalidad, aunque ciertamente sí su oportunidad. Pero lo realmente intolerable, y denunciable, son las evidentes tentaciones, en más de una Comunidad Autónoma -y no todas socialistas- de dar ya por derogada la Ley de Calidad. Seamos claros: las leyes del Estado están para ser cumplidas, desarrolladas y aplicadas, mientras sean tales leyes, y pese a quien pese. Si cambian las leyes, tendrá que cambiar su desarrollo autonómico y reglamentario, pero ni un día antes. Aún está por ver que el PSOE tenga en Madrid la capacidad y la voluntad de desandar un camino muy justamente andado; y en todo caso, en provincias, es de locos intentar ser más papista que el Papa, precisamente cuando aún no se sabe qué va hacer el nuevo pontífice educativo. Sea o no discípulo del buen Álvaro Marchesi.

Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de marzo de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.