Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de abril de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
No tenemos ya un Gobierno experto y capaz, pero, a cambio, los españoles disfrutan de un Ejecutivo dispuesto a gobernar sin complejos. Y además todo puede vencerse con el famoso «talante».
29 de abril. Sean cuales sean las acusaciones que se quieran hacer al último Gobierno de José María Aznar, la única que sin duda no merecía a finales del pasado invierno era la de ser inexperto. Aznar había demostrado una capacidad indudable para gestionar los asuntos públicos, dentro y fuera de España, con un nivel de éxito, prescindiendo de opiniones políticas, que el país no había conocido en décadas. Era, sin duda, un Gobierno experto más allá de las limitaciones personales de algunos de sus miembros.
No era, sin embargo, un Gobierno tan firme y decidido como las circunstancias requerían. Hubo, en los momentos críticos de la gestión Aznar, un miedo escénico a viejos errores y a viejos fantasmas, y esa sombra del pasado fue hábilmente manipulada por una izquierda que no tenía nada que decir para el futuro. Un Gobierno que deja de lado algunos de sus principios esenciales y algunas partes irrenunciables de su programa de fondo puede ser un buen gestor, pero afrontará con timidez las crisis. Esa timidez, ese complejo de inferioridad que algunos no habían curado, fue fatal para el PP el pasado marzo.
Llegó Zapatero al poder, y con él las tornas se han invertido: no tenemos ya un Gobierno experto y capaz, pero, a cambio, los españoles disfrutan de un Ejecutivo dispuesto a gobernar sin complejos, porque la izquierda cree que no tiene nada que hacerse perdonar. Y además todo puede vencerse con el famoso «talante».
El PSOE, sobre todo, como ya hizo en tiempos pretéritos, sabe perfectamente que gobernar implica una constante gestión de la imagen del Gobierno. Zapatero va a hacer lo que desee, dentro y fuera de lo prometido en su programa electoral. Va a hacerlo con un proyecto claro de imponer en la sociedad una segunda pasada por los valores y principios de la izquierda, confiado en que será larga -ya que la imagen será bien gestionada, a diferencia de lo hecho por el PP- y en la seguridad de que la derecha seguirá si olvidar completamente su timidez y su sumisión cultural e intelectual.
El método de la sonrisa de Zapatero no va a gobernar España mejor, ni va a hacer funcionar las cosas. Pero va a ganar consensos para el PSOE, va a dilatar el casual advenimiento de la izquierda indómita, y va a permitir que ésta haga lo que el centro derecha no hizo: aplicar sin timidez sus valores. Cuando termine la experiencia, el PP deberá hacer balance, y sobre todo deberá haber olvidado su pavor colectivo. Junto a la eficacia y a la experiencia, que Zapatero no tiene, es necesaria la contundencia.
Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de abril de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.