Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de junio de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
Mientras España se divide en taifas de insolidaridad, en Europa nos observan con interés. Pero los recursos de la nación están al servicio de todo el pueblo, sin que puedan establecerse privilegios.
Es bien sabido que el agua es un recurso estratégico de primera magnitud, capaz de determinar el futuro de una nación o de una parte de ella. Volverán sin duda tiempos en los que los hombres aprendan a vivir sin hidrocarburos fósiles, pero nunca habrá una sociedad humana sin agua. Y menos, por supuesto, si es una vieja civilización de campesinos y pastores como la nuestra.
El PSOE, presionado por determinados intereses localistas y provincianos, ha paralizado el Plan Hidrológico Nacional aprobado y financiado por el PP. El agua ha dejado de ser un bien de todos para convertirse en un privilegio concedido, por razones puramente políticas, a unos sí y a otros no.
No hay duda de que la filosofía de fondo del PHN, y algunos de sus extremos concretos, podían ser revisados. Cualquier Gobierno podría hacerlo, y podría plantearse, por ejemplo, por qué fomentar grandes concentraciones urbanas extremadamente ineficientes en la gestión de los recursos, por qué favorecer la agricultura en un punto sin agua cercana pudiendo estimularla cerca del origen del agua, o por qué emplear a los agricultores como escudos humanos de la decisión política, cuando siempre fue evidente que la mayor parte del agua embalsada y canalizada iba a destinarse a usos industriales y urbanos, no agrícolas.
Pero todos estos aspectos no niegan la validez de fondo de la idea de un PHN: los recursos de la nación española están al servicio de todo el pueblo español, sin que pueda establecerse un régimen de privilegio.
Ahora bien, el desmontaje socialista del PHN, como todo lo que la ministro Narbona ha hecho en su dilatada y poco exitosa carrera política, está dejando descontentos a todos los implicados, salvo por supuesto a los nacionalistas catalanes. En Navarra peligra el estratégico Canal de Navarra, en plena obra; en Aragón se cambia de opinión cada día, y se pretende que Navarra acepte el recrecimiento de Yesa pero renunciando a su parte de agua; en Valencia se quiere recurrir a una serie de microtrasvases que sólo repartirán miseria; en Murcia se quiere explotar aún más el Tajo-Segura, y en Almería se habla de una desalinización que tiene un coste enorme, tanto en dinero como en impacto ecológico. Muchas palabras, pocas soluciones.
Mientras España se divide en taifas de insolidaridad, estimuladas desde la Moncloa, en Europa nos observan con interés. La financiación del PHN, a la que el PSOE ha renunciado con bastante alegría, podría llegar a financiar nuevos regadíos en Italia, en cuyo Ministerio de Agricultura no hay complejos. Es, por lo demás, una gran oportunidad para el PP en Europa. La tentación de convertirse en la Leal Oposición, la Oposición de Su Majestad, el Ministerio de la Oposición, puede vencerse precisamente en estos terrenos difíciles.
Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de junio de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.